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domingo, 22 de junio de 2014

El silencio

(Robert O. Jara)



Detesto lo que hago,  pero debo hacerlo.
Dijo el hacedor,  e hizo el verbo hacer
para que todos hagamos,
a imagen semejanza -detestemos-

Es todo, anunció,  y sin solución de
continuidad hizo los verbos transitivos,
los verbos modales,  verbos copulativos
y otros excesos verbales

A renglón seguido descansó,
dejando todo en manos de sus
colaboradores más cercanos

Detesto lo que digo -dijo-
pero debo decirlo:

Mejor que decir es hacer

(E hizo silencio:

un  largo  silencio,

un     silencio     pronunciado

que     todavía       se 

e   x   p     a      n       d         e)

viernes, 20 de junio de 2014

Dirección obligatoria

(Carlos Inquilino)



Sócrates, fue obligado a suicidarse,
Séneca,    fue obligado a suicidarse,

El suicidio es un derecho,
y un derecho puede ser obligatorio;

obligados a elegir,
elegimos el voto obligatorio
(y secreto: hay obligaciones secretas)

Los padres, tienen obligaciones con
sus hijos, y a su vez tienen derecho
a obligarlos a ciertas cosas, como
parte de la educación (la educación
obligatoria los obliga a educar)

Hay quienes hacen cosas
sólo por obligación
y  quien no hace nada
que no sea obligatorio

Hay quienes hacen y quienes
no hacen, quienes obligan y
quienes se ven obligados

Sócrates no escribió nada,
Platón escribió todo lo que produjo
Sócrates, hablando, preguntando y
obligando a su interlocutor a incurrir
en contradicción.

Un buen discípulo observa, absorbe,
reproduce e incluso contradice.

Un ejemplo a observar:
antes de abrevar en el veneno,
quiso aprender una nueva melodía
con su flauta, Sócrates.

Luego, Platón se marchó a Egipto
(sin suicidarse)

Sócrates, fue obligado a suicidarse.
Séneca, fue obligado a suicidarse.

Antigua forma de hacer justicia,
que dio paso a otras formas
más evolucionadas: la guillotina, el
descuartizamiento, el degüello, la
horca, el garrote vil, la silla eléctrica,
la inyección letal.


sábado, 14 de junio de 2014

Remigio Remington: Diálogos especulares

Mejor



-Buenas tardes...
-Buenas... ¿qué dice?
-No tengo nada nuevo para decir.
-No se preocupe, eso es lo más común,
  aunque casi nunca nadie lo reconoce.
-Algo hay que decir...
-¿Qué quiere que le diga?
-Mejor que decir es hacer, dicen...
-Mejor que decir que mejor que decir es
  hacer es no decir, y hacer, podríamos decir.
-Sí, para ser coherentes, mejor hacer en forma
  silenciosa... Pero hacer silencio es trabajoso...
-Hay quien dice y quien hace, y hay quien
  dice que hace y quien dice más de lo que hace,
 le digo más...
-Nadie hace lo que dice.
-Algunos dicen lo que hacen...
-Decir lo que se hace es una repetición ociosa,
  una acción tan innecesaria como inútil.
-Pero hay quienes repiten para no correr
  riesgos: Mejor que decir es hacer, repiten...
  Lo más seguro es repetir,
  hacer lo ya hecho, decir lo ya dicho.
-Repitamos, mejor que decir es hacer, dijo el
  general, y repetir es una acción, podemos decir...
-Por lo general, solemos repetir: cuando decimos
  y cuando hacemos. La mayoría de nuestras
  acciones y emisiones son repeticiones.
-Solemos repetir sin discernir, repito:
  sin discernir, pero repetir es una acción, como
  decir, pero también es un vicio retórico y un
  recurso poético.
-Repítame.
-Una tautología, agregar algo que ya está dicho,
  una sobreabundancia de sentidos: hay verbos
  que contienen a otros... Decir, es una forma de
  hacer.
-Una falsa oposición: mejor que decir es hacer,
  ya que decir también es hacer, podemos decir.
-Es más, es una acción de alta complejidad:
  Cuando alguien emite una palabra, -aún un
  monosílabo ó un signo de puntuación- pone en
  juego innumerables mecanismos físicos, químicos,
  neurológicos, intelectuales, que contienen toda la
  historia filogenética de la especie humana, lo que
  no es poco... ¿No le parece?
-¿Qué quiere que le diga?


miércoles, 11 de junio de 2014

Sobre un poema de Juan Gelman

(José Luis Greco)



Toda poesía es hostil al capitalismo,
a diferencia de la prosa:

Hay una prosa poética y hay
poemas en prosa,
pero la poesía es ajena
a toda relación de propiedad,
no tiene dueño:
sólo es de quien la goza.

El goce no se negocia,
a diferencia del trabajo, la salud,
la educación, y otras mercancías.

La poesía, goza de ciertas propiedades
que resisten la fluctuación de la oferta
y la demanda y la volatilidad de los
mercados, pero su goce es hostil
al sentimiento de propiedad.

El poema -producto individual que
tiene una función social- se opone
a la contradicción central del capital:
producción social y apropiación
individual.

Un poema puede tolerar distintos usos
y un número infinito de lecturas:
puede releerse y puede reescribirse,
puede repetirse y puede olvidarse,
tantas veces como sea necesario.

Puede gozar de más propiedades que
funciones, pero la función última
de la poesía es el goce,
mientras que la función social
de la propiedad no se conoce.

 
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