(Poemas de Dudamel Rambler)
Años sin ver una luciérnaga..,
difícil ver alguna en la ciudad,
aunque no suelen pasar desapercibidas.
De chico, no era extraño verlas
en las noches de verano.
Ahora vi una: no sólo
la vi, le salvé la vida -cumpliendo
la
buena acción del día, aunque era
de noche-
La ví,
cayó en un vaso,
no supe si era un ángel ó un rubí
(no recuerdo si el vaso tenía agua
ó 7up)
yo simplemente la ví.
(No sé qué valor pueda tener la vida
de una luciérnaga, pero sin duda
tendrá alguno para ella -para
nosotros,
organismos superiores, la vida de un
insecto es algo tan insignificante como
irrelevante)
Pero la luciérnaga no es cualquier
insecto: no suele pasar desapercibida,
brilla con luz propia -diferenciándose
de todos los insectos que no brillan,
incapaces de emisiones luminosas-
(Esto podría agregarle valor
a la vida de la luciérnaga -y por
extensión
al acto salvador- pero debo reconocer
que
al momento de la acción humanitaria
desconocía su filiación: un simple
bicho
que aterrizó en el líquido por una
distracción, error involuntario ó
pura mala
fortuna, pensé...)
Al cabo de unos segundos
de reposar en mi dedo,
mientras recobraba sus signos vitales,
se hizo la luz
que era emitida por su cuerpo en
forma intermitente
Hacía años que no veía una
luciérnaga (acaso sea una de las
tantas
especies condenadas por la intervención
humana, como las abejas, langostas,
ciertas
mariposas y el temible mamboretá)
No sé si el hecho de ignorar
que rescataba a una luciérnaga
le agrega ó le quita valor a la
acción cometida (para el humano
el valor de la vida es siempre
relativo,
a diferencia de la propiedad)
Llegado su momento,
abandonó mi dedo y levantó
vuelo: se fue con su luz
a otra parte, mientras nosotros
recuperábamos
nuestra oscuridad natural.
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