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viernes, 23 de septiembre de 2016

El amor vence

(Pascual Rambler)



Estamos hechos de amor,
oí decir a una cantante de rock.

-Hay quienes aman el rock,
y quienes lo odian:  sentimientos
que se necesitan entre sí-

El amor une
más que la necesidad,
aunque no pueda considerarse
un signo vital:  hay metabolismo
antes y después del amor.

El amor es ciego, como la fe:
ambos sentimientos comparten
esa discapacidad.

La fe mueve montañas, pero el amor
es más fuerte. El amor vence: tiene
vencimiento.

El amor es una fórmula expansiva
que tiende a la unidad -uno se une
o quisiera unirse a lo que ama-

La unidad hace la fuerza.
Sólo los fuertes pueden prescindir
del amor: un amo no ama, no es presa
de las necesidades del amor; sabe que
amar es depender, y toda dependencia
es signo de debilidad.

La debilidad no es algo que se ame
-lo débil puede despertar compasión,
lástima, ternura, pero nunca amor-
Los débiles lo saben: para aspirar al amor
deben ocultar su condición, deben fingir
-algo trabajoso pero que con la práctica se
vuelve natural-

En realidad, todos fingimos: todos tenemos
alguna debilidad que ocultar; nadie se muestra
como es. Los mejores amantes son los mejores
simuladores; creen en lo que representan hasta
el punto de confundirse con su personaje.
Son los que mejor actúan.

Actuar es un trabajo.
El amor es trabajoso: Hay que sostenerlo,
alimentarlo, mantenerlo.

Pero el trabajo dignifica; y más aún
el trabajo insalubre -aunque la dignidad
es un valor relativo, un valor ajustable y
dudoso: como todos. Y como el amor
al trabajo-


sábado, 17 de septiembre de 2016

Otro canto a la unidad

(Epifanio Webber)



No son las once,
confío en mi reloj biológico:
es hora de confiar -a cierta altura
se debe confiar en algo, para sostener
la continuidad de todo-

Uno puede confiar en uno, hasta
cierto punto: la unidad es un estado
dudoso, una condición subjetiva y
casi siempre provisoria, si no efímera.

No poseemos conciencia de unidad
más que en ralación al cuerpo: incorporar
y emitir son las funciones propias de los
cuerpos animados que se perciben a sí mismos
como unidades autónomas. Fuera de eso,
sólo exhibimos alguna conciencia de unidad
en torno a causas banales y dudosas (Somos
mayoría los que deseamos la cortesía / somos
un movimiento heterogéneo / Somos la religión
del futuro / Somos un rebaño que sabe lo que quiere /
Somos muchos más que dios / etc.)

La propiedad de la conciencia no es algo que
nos una en un sentido superador: la conciencia
de la propiedad no sirvió para unirnos ni para
mejorarnos en un sentido evolutivo.

No se puede poseer más que una cantidad.
La propiedad es un sentimiento cuantitativo.

Yo soy aquel que ayer nomás contaba,
enumeraba, incorporaba cantidad
al canto conocido y decantado
por la experiencia histórica -la historia es
acumulación de experiencia-

El canto puede unir, en forma provisoria,
a los que cantan lo mismo -la armonía descansa
en la división del trabajo-

Hay quien goza con el canto y quienes gozan
oyendo cantar a los que cantan. El goce es un signo
vital: es saludable que alguien cante, aunque nadie
quiera oírlo, y produzca su propio goce.

Cantar es sano y es humano, aunque no sea algo
exclusivo de la especie: no inventamos el canto;
el canto es anterior a la palabra, más antiguo que
la rueda -aunque menos que el canto rodado-

El canto oxigena y produce endorfinas. Producir

es bueno: es justo que cada uno produzca al menos
lo que consume.

Producir endorfinas, oxitocina, dopamina e incluso
adrenalina son acciones productivas.

La acción productiva suele crear dependencia: El
trabajo de producir puede generar adicción, pero
se sigue considerando un pasatiempo sustentable.

Se busca generar nuevas fuentes de adicción.

martes, 13 de septiembre de 2016

El conocimiento y el amor

(Dudamel Rambler)



Se debe educar en el amor,
quien educa debe mostrarse amable,
expresar amor por lo que hace y
transmitir ese amor junto al amor
al conocimiento.

Se debe educar en el amor,
para inculcar amor:
amor a incorporar, a conocer,
a compartir.

Incorporar es un trabajo:
Se debe procurar introducir
el amor al trabajo, junto al
conocimiento de valores humanos
como la dignidad, la libertad y la
justicia.

Se debe transmitir, de un modo
natural la necesidad de incorporar
y adoptar estos valores.

Aunque sepamos que el amor, la
libertad, la justicia ni la educación
o el trabajo son algo natural.

Los valores no son algo natural:
Al nacer no tenemos ningún valor.

Lo natural no es el sujeto, que juzga
y califica según valores adquiridos:

Lo único natural es adquirir,
incorporar, obtener: tres verbos
relacionados con el placer -el
placer puede obtenerse, a diferencia
del amor, que sólo se da cuando se da-

Se debe educar en el amor,
hay que darse al amor:
hay que darse,


“Amar es dar lo que no se tiene
a alguien que no lo quiere”





 
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