(Epifanio Webber)
No son las once,
confío en mi reloj
biológico:
es hora de confiar
-a cierta altura
se debe confiar en
algo, para sostener
la continuidad de
todo-
Uno puede confiar en
uno, hasta
cierto punto: la
unidad es un estado
dudoso, una
condición subjetiva y
casi siempre
provisoria, si no efímera.
No poseemos
conciencia de unidad
más que en ralación
al cuerpo: incorporar
y emitir son las
funciones propias de los
cuerpos animados que
se perciben a sí mismos
como unidades
autónomas. Fuera de eso,
sólo exhibimos
alguna conciencia de unidad
en torno a causas
banales y dudosas (Somos
mayoría los que
deseamos la cortesía / somos
un movimiento
heterogéneo / Somos la religión
del futuro / Somos
un rebaño que sabe lo que quiere /
Somos muchos más
que dios / etc.)
La propiedad de la
conciencia no es algo que
nos una en un
sentido superador: la conciencia
de la propiedad no
sirvió para unirnos ni para
mejorarnos en un
sentido evolutivo.
No se puede poseer
más que una cantidad.
La propiedad es un
sentimiento cuantitativo.
Yo soy aquel que
ayer nomás contaba,
enumeraba,
incorporaba cantidad
al canto conocido y
decantado
por la experiencia
histórica -la historia es
acumulación de
experiencia-
El canto puede unir,
en forma provisoria,
a los que cantan lo
mismo -la armonía descansa
en la división del
trabajo-
Hay quien goza con
el canto y quienes gozan
oyendo cantar a los
que cantan. El goce es un signo
vital: es saludable
que alguien cante, aunque nadie
quiera oírlo, y
produzca su propio goce.
Cantar es sano y es
humano, aunque no sea algo
exclusivo de la
especie: no inventamos el canto;
el canto es anterior
a la palabra, más antiguo que
la rueda -aunque
menos que el canto rodado-
El canto oxigena y
produce endorfinas. Producir
es bueno: es justo
que cada uno produzca al menos
lo que consume.
Producir endorfinas,
oxitocina, dopamina e incluso
adrenalina son
acciones productivas.
La acción
productiva suele crear dependencia: El
trabajo de producir
puede generar adicción, pero
se sigue
considerando un pasatiempo sustentable.
Se busca generar
nuevas fuentes de adicción.
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