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martes, 30 de mayo de 2017

El valor del orden

(Senecio Loserman)



Casi todo está en orden,
me inclino a creer.
Valoramos el orden como principio
-aunque sabemos: en un principio
fue el caos- y como noción superadora.

El orden es garantía de previsibilidad,
ante todo. Observamos órdenes establecidos,
a sabiendas que su continuidad favorece
el cumplimiento de ciertas funciones.

Hay un orden exterior que nos precede
y compartimos, y hay otros órdenes
y otros:
Hay un orden interno y un orden cerrado,
hay ordenadores y ordenados,
hay ordenamientos y ordenanzas.

Hay un orden lógico y un orden analógico,
un orden cronológico y un orden patológico,
el orden natural y el sobrenatural,
un orden necesario y órdenes subalternos.
Hay  órdenes. 

Hay quienes aman el orden y quienes aman
obedecer órdenes: sólo obedecen por amor.

Todo está en orden, escribo para mi,
para ordenar mi pensamiento -lo mismo
es pensar y ser, pensaba Parménides-

No sé que pensar, pero puedo escribirlo,
en este orden.

Todo está en orden, me inclino a creer
-me inclino ante el papel pautado-
Me inclino para despuntar el hábito:
los hábitos ordenan la vida de los mortales.

Escribo para mantener el orden
-la repetición es condición del orden, y es
un orden en sí misma-

Escribo ensimismado -tengo este hábito-
Los hábitos ordenan la vida, los vicios
la adornan y completan. Leo.

Hay vicios y vicios,
me dijo un visionario.
Hay vicios reales y virtuales:
en virtud del vicio, se puede desarrollar
la vocación de ser vicio  -soy lo que hago:
uno puede elegir lo que le sirve, y puede
elegir a qué servir-
El vicio es soberano.


miércoles, 24 de mayo de 2017

Contra la unidad

(Carlos Inquilino)



Dominados por la ilusión de unidad,
o por la voluntad de compartir
ese deseo sin sustento histórico
-o dominados por el temor a la soledad-
nos sometemos a formulaciones débiles,
apoyadas en dudosas premisas:

Hay que unirse, hay que sumar; sumarse
para ejercer presión; juntarse para hacer
número. Limar diferencias y estrechar
vínculos para hacer bulto: un volumen
creciente e indiferenciado que aspira
a superarse por medio de la agregación,
la adición y la repetición: Unidos y
dominados.

Creemos en el poder de la acumulación:
Acumulamos experiencia, hasta ahora
inútil, pero nunca se sabe:

La relación de fuerzas entre una mayoría débil
y un poder concentrado e implacable, puede
alterarse -el poder de la concentración no
conoce límites-

Acumulamos experiencia a cada instante,
acumular es humano: más que el deseo y
más que la conciencia -un producto de la
acumulación de experiencia-

Nos aglutinamos bajo distintas consignas,
nos agrupamos y hacinamos con cualquier
pretexto: todo argumento es aceptable; la
debilidad aspira a la uniformidad, apostamos
a la suma y al movimiento uniforme.

Hacer causa común es una buena causa:
Aún a aquellos que no acuerdan, no comparten
usos y valores establecidos, se sienten ajenos a
las tradiciones culturales y a los sentimientos
populares, sólo les queda unirse para hacer
valer sus derechos; la unión hace la fuerza:

Dominados por la condición débil de nuestra
naturaleza, valoramos el ejercicio de la fuerza
como medio de superación.
Toda la experiencia histórica avala el desarrollo
forzoso como continuidad y como condición
para sostener el proceso acumulativo:

Siempre se impusieron los más fuertes, los más
aptos en el uso de la fuerza -pero ellos no se
aglutinan, no se aglomeran, ni necesitan
convocar a la unidad-



 
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