(Senecio Loserman)
Antes era reacio,
ahora soy recio.
Los recios no rezan
ni aconsejan:
rezar no resarce de
los avatares
de la vida, y es un
signo de debilidad
-me persigno-
Todos tenemos un
costado débil,
pero los recios nos
cuidamos
de exhibirlo: la
debilidad debe,
en cualquier caso
en cualquier caso
merecer nuestro
rechazo.
Supe ser reacio a la
plegaria
y al rezo. Hoy
soy recio, ni
sensible ni sensato:
recio y viril
como disponen las
hormonas -yo
tengo tantas
hormonas, que no las
puedo contar-
Los recios no
rezamos, somos reacios
a la oración y al
ruego: un recio
nunca pide.
Somos reacios que
perdimos la a
en las arbitrariedades de la lucha
contra la debilidad,
contra la debilidad,
en esos arrabales ágrafos.
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