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miércoles, 31 de enero de 2018

Volver al pasado


 

(Abel A. Borda) 

 

El pasado no pasa,
se acumula sin pausa y
se acomoda a las condiciones
del presente.

El pasado no pasa:
pasa la necesidad, y el pasado
la ve pasar, reformularse, alimentarse.

El pasado no pasa, sabe expresarse
en todos los presentes.

¿Obrar en consecuencia o ser
consecuente con lo obrado?

Cada uno es artífice de su pasado.
Ser consecuente es virtud, sólo si
se acredita la procedencia del pasado:
una buena causa.

Las causas se dividen -hay que saber
dividir y separar: el saber no ocupa lugar-

La división proviene del pasado, provenimos
de organismos elementales que se reproducían
por división, y somos parte de un mundo
dividido; accedemos al mundo sensible
en un proceso de múltiples divisiones y
subdivisiones. Somos materia divisible.
Somos pares e impares: la paridad es una
percepción impar, cada sujeto es único
y busca paridades como puede -la división
obliga a aparearse-

Buscar la unidad es una causa vana,
ninguna causa une ni unifica, a lo sumo
aglutina o aglomera; hay que asumir:
nunca nada es lo que se espera.
 
 
 

martes, 30 de enero de 2018

Florecen los tendales


 (Onésimo Evans)


Habladurías hubo siempre,
en todos los idiomas;
las necesitamos. Necesitamos hablar,
interpretar, intercambiar interpretaciones
de cualquier índole. Indoles hay muchas,
como necesidades, cabe agregar, siempre
necesitamos agregar.

La verosimilitud es una necesidad relativa:
solemos creer lo que queremos creer, no
necesitamos verificar, no queremos verdades.

La verdad no tiene una función, ni es
funcional como el sujeto (que aunque dividido,
es capaz de unirse, alinearse, encolumnarse,
integrarse, sumarse y adherir a cualquier causa)

Ellos funcionan así, vienen a sumar, lo que no
suma es enemigo. El enemigo es necesario
para identificarlo, reconocerlo y exponerlo
ante la opinión pública: que se sepa, hay que sumar
voluntades y estar unidos frente al enemigo común
(es bueno tener un enemigo común: puede que sea
lo único que nos una)

Cuando el enemigo no existe, se lo crea: el enemigo
es creativo y no descansa, siempre está creando
nuevos argumentos para justificar la violencia
que contiene y sostiene su ideología.

La violencia, es tan necesaria como la ideología.
Todo lo demás son habladurías, excesos de
emisión humana, palabras que circulan en el
éter o se hacinan en los diarios, para acabar
en la basura, a la espera del reciclador urbano,
el emprendedor cargado de futuro.


 
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