(Onésimo Evans)
Habladurías hubo
siempre,
en todos los
idiomas;
las necesitamos.
Necesitamos hablar,
interpretar,
intercambiar interpretaciones
de cualquier índole.
Indoles hay muchas,
como necesidades,
cabe agregar, siempre
necesitamos agregar.
La verosimilitud es
una necesidad relativa:
solemos creer lo que
queremos creer, no
necesitamos
verificar, no queremos verdades.
La verdad no tiene
una función, ni es
funcional como el
sujeto (que aunque dividido,
es capaz de unirse,
alinearse, encolumnarse,
integrarse, sumarse
y adherir a cualquier causa)
Ellos funcionan así,
vienen a sumar, lo que no
suma es enemigo. El
enemigo es necesario
para identificarlo,
reconocerlo y exponerlo
ante la opinión
pública: que se sepa, hay que sumar
voluntades y estar
unidos frente al enemigo común
(es bueno tener un
enemigo común: puede que sea
lo único que nos
una)
Cuando el enemigo no
existe, se lo crea: el enemigo
es creativo y no
descansa, siempre está creando
nuevos argumentos
para justificar la violencia
que contiene y
sostiene su ideología.
La violencia, es tan
necesaria como la ideología.
Todo lo demás son
habladurías, excesos de
emisión humana,
palabras que circulan en el
éter o se hacinan
en los diarios, para acabar
en la basura, a la
espera del reciclador urbano,
el emprendedor
cargado de futuro.
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