(Ricardo Mansoler)
Vengo de
procrastinar y estoy en éxtasis,
escribió el poeta
que citaba, en ese estado
de excitación que
sólo conocen los poetas al citar
y los amantes en su
primera cita, amén del
consumidor
compulsivo.
Citaba y
parafraseaba, citaba para alterar -toda
creación es una
alteración- para ser consecuente
con esta cita y sus
principios filosóficos:
La poesía es una
actividad parasitaria, se nutre
de fuentes diversas,
puede abrevar en todo, no
conoce límites y no
es autosuficiente: nadie vive
de la poesía, ni de
la propia ni de la ajena.
No es pensable un
poeta que no lea o haya leído
a otros.
El poeta es un
parásito sagrado, para citar a otro
poeta.
Hay poetas que citan
y que no; citar es un recurso
poético. Pero
todos reconocen influencias, aunque no
lo reconozcan en
forma explícita. Todos son.
deudores, están
siempre reproduciendo algo que
recibieron. La
destreza, el don propio de cada autor
está en la
capacidad de alterar esa substancia recibida
y apropiada, y
elaborar algo diferenciado, algo que
luzca original,
propio de ser reproducido.
“El estilo propio,
es la manera que encontró aquel
que escribe de
reproducirse a sí mismo en el sistema
de la escritura”
El comercio de la
palabra, no sólo nos convirtió en
sujetos, sino que
nos arrojó al mundo del intercambio
continuo,
mediatizando nuestras relaciones, agregando
necesidades, creando
hábitos y alterando la vida.
Todas las fuentes
están disponibles. Disponemos de
todo el pasado
acumulado a cada instante. El creador,
nunca parte de cero,
está siempre condicionado por su
condición temporal
(la cultura a la cual pertenece)
como por todo lo que
otros escribieron antes.
La supuesta libertad
del acto creativo, acaso no esté en
expresar nuevas
ideas, sensaciones o emociones, sino
en la forma de
acceder y disponer ese material preexistente,
para reformularlo.
La reproducción es
un mandato genético, puede ser una
necesidad biológica
y también un negocio.
“Nada se opone
tanto a la poesía como los negocios”
escribía Thoreau.
“Toda poesía es hostil al capitalismo”
escribía Juan
Gelman (que probablemente hubo leído a
Thoreau)
Podría seguir
citando, y hacer un poema de citas, pero no
sé si sería un
buen negocio: ya ha de estar hecho.
Los negocios mejoran la vida,
afirman los hombres de negocios.
El negocio, más
allá de su raiz negativa, es una forma
de comunión:
comulgamos con la necesidad del otro,
compartiendo esa
necesidad de intercambio. Necesitamos
compartir esa
necesidad: Casi todo lo que hacemos está
vinculado en forma
directa o no a algún intercambio
(Somos, incluso,
producto de uno: nadie nace por voluntad
propia. Cito,
“Nacer es protagonizar una reproducción
ajena” Somos el
producto de una negociación en la que
no participamos.
Cito: Nadie nace en su casa, todo el mundo
nace del Otro)
Los negocios mejoran la vida,
afirman los hombres de negocios.
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