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jueves, 22 de abril de 2021

La vocación correcta

 

(Onésimo Evans)

 

No corrijas ni nades
en las aguas asépticas
de la corrección genérica.

Ante una vocación incorregible
conviene vacilar, y preguntar
por el sentido en que se nada.

No corrijas ni nades:
ante las filiaciones del gusano
cualquier observación es aleatoria.

El error es tan humano
como el corrector libre y soberano.

No corrijas a naides.
Nadie es quien para evaluar
a naides  (hay entes calificadores,
correctores de estilo y verificadores
independientes)

Hay mucho que ignorar,
no ignores.

¿Existe el éter?
¿A qué velocidad se descompone
un sacramento?  
¿Qué es la atracción a sangre?
¿Se puede producir sentido en el vacío?
¿Qué nos atrae de él o de nosotros?
¿Cuánta atracción puede soportar un cuerpo?
¿Somos capaces de atraer las inversiones que
merecemos?

Escalas y valores, vacilan
en el fluído nativo que te mece, 

¿sabés nadar?  ¿te recibiste?

Todos somos receptores y dadores,
nadador, nadadora.
Y siempre habremos justos y pecadores.


Nada adores, nadadore.

Si la ambición descansa en el pecado
y la codicia es vana, no te vanaglories
en tu código de barras, ni te regocijes
en el error no forzado del otro.

No corrijas ni nades
(en aguas extintas o estancadas
no hay corrientes)

El error no es un accidente,
es un camino humano, a saber,
como el pecado.

Sólo el que peca tiene el futuro asegurado.

martes, 20 de abril de 2021

¿Sabías?

 

 

(Luis Espejo)

 

¿Ya pensaste qué hacer con lo que
te queda de vida útil?

¿Sabías que podés agregarle valor?

¿Sabías que existen recursos para optimizar
tu capacidad residual?

¿Sabías que todos tus valores tienen una
vida útil?

¿Sabías que poner en valor esos restos
de vida útil, puede ser la mejor inversión?

¿Sabías que podés disponer de la oportunidad
de aumentar tu rendimiento y gozar de un
aprovechamiento pleno de ese cociente residual
de vida útil?

Pensalo, puede resultarte útil…

(Ah, si ya no te queda nada, y ya consumiste
toda tu vida útil, no es para preocuparse:
Un problema menos, no tenés nada que pensar,
ni hacer)




jueves, 15 de abril de 2021

La evolución de la utilidad (o La utilidad de la evolución)

 

 

(Horacio Ruminal)

 

Hay palabras, que no se resignan a servir
bajo una sola función gramatical.
El adjetivo útil, puede ser también un sustantivo
(el útil, los útiles) y a su vez, utilizarse como verbo,
incluso en su forma negativa  (inutilizado)

La utilidad se amplía aún más, al sumar el adverbio,
que es como un adjetivo del verbo:  Inútilmente,
buscaba una función donde no pudiera prestar
ninguna utilidad la palabra útil.

Todo lo que se puede hacer, o decir, será, en
primera instancia, útil o inútil.
También lo que está hecho y dicho.

Dicho ésto, se puede decir que las palabras
son útiles, en tanto cumplen una función,
persiguen un fin, y al concretarlo realizan
su utilidad.

Hay hechos y palabras, porque hay sujetos:
seres que producen hechos, acciones, y
emiten palabras, intercambian.

Gracias al comercio de la palabra
los sujetos entablan relaciones,
más o menos útiles y estables:  la segunda
condición dependerá de la primera.

El orden simbólico, un sistema creado por
sujetos, hace posible la conciencia.   Somos
conscientes de la utilidad, y de su condición
temporal:  En distintos segmentos de nuestra
vida útil, percibimos que hay sujetos que nos
resultan más y menos útiles.

Las relaciones entre sujetos son dinámicas,
estamos sujetos a ese cambio en la valoración
de la utilidad del otro.

En otro sentido, los movimientos históricos, las
formas en que nos organizamos para producir y
vivir, siguen el curso evolutivo que determina
la utilidad: lo que es útil para la evolución.


II
La evolución es también una palabra,
y de las más útiles. Sirve para justificarlo todo,
casi como utilidad o útil.

No se puede estar en contra de la evolución del
lenguaje, ni del conocimiento, ni de las relaciones
de producción tributarias de la propiedad (que sigue
su propia evolución, concentrándose cada vez más
en sí misma)


III
Para que exista algo útil, o se produzca utilidad,
debe haber un sujeto que utilice:  Hay muchas formas
de utilizar los verbos y palabras que no son verbos,
por eso existe la literatura, y sujetos que ensayan y
disponen palabras en forma de poemas, en busca de
otra utilidad, o bien de objetos que no se reconozcan
en la funcionalidad de lo útil.

Sin embargo, desde los verbos más necesarios
hasta los significantes menos frecuentados y de más
dudosa utilidad, sólo son útiles para nosotros, los
sujetos auto reconocidos como tales, una proporción
insignificante de la biomasa.

Es natural que la proliferación descontrolada de esta
especie, los sujetos, derive en la multiplicación de
utilidades y en su búsqueda creciente.

Y es natural, también, en términos evolutivos, que
la producción y reproducción de sujetos produzca
nuevos objetos y nuevas necesidades y con ellas,
la necesidad de expresarlas, nombrarlas, para poder
asumirlas, gestionarlas o tramitarlas.

El lenguaje se adapta, como cualquier organismo
vivo, a las condiciones de la evolución.
Sabe, que una lengua que no es capaz de adaptarse,
perece.

Cada cultura es responsable de la evolución
de su lengua  (Todos los cambios que produce una
sociedad, empiezan a manifestarse allí)

Las sociedades más ricas, producen y exportan
nuevos significantes, que las otras adaptan y adoptan
sin reparos, de un modo natural.

El lenguaje, entre otras utilidades, sirve para
naturalizar todo  (la incorporación de vocablos
extraños, valores semánticos, es una forma de
colonización eficaz, un recurso natural de la
ideología)


IV
La utilidad, entendida como propiedad o condición
de un objeto o una acción, de servir a la consecución
de un fin, hoy, por obra de la expansión de su volumen
semántico, ha pasado a ser otra cosa:  se desarrolló,
agregó valor.  Su valor de uso en relación a una finalidad
acotada, fue superado por la acción de quienes impulsan
y deciden la dirección de “la evolución”, para convertirse
en un valor excluyente: un fin en sí misma.

Luego, resulta natural que esta palabra determine todas
nuestras valoraciones.

Naturalizamos que la búsqueda de utilidades, tanto como
la forma de “producirlas” lo justifique todo.

No hay culpa, cuando hay el móvil es una causa justa,
como la utilidad.

Como es el fin último de todo , y de todos, resulta natural
que ese fin justifique los medios.

Para que la utilidad haya podido erigirse
como valor central, axial y excluyente que nos gobierna
y al que sólo cabe rendir culto y tributo,
hubo que naturalizar que todo lo que existe en forma
natural, incluídos los cuerpos de sujetos hablantes y
deseantes, son “recursos”.

Es natural, por último, que todo esto ocurra, y que sea éste
el sesgo evolutivo adoptado, en un mundo controlado por
intereses corporativos y globalizados, grandes corporaciones
que deciden el diseño de nuestro futuro, y a las que sólo les
interesa obtener más y más utilidades.


V
La vida, una condición de la materia, que compartimos con
millones de organismos, nos sigue resultando algo extraño
y misterioso, imposible de definir  (más allá de los signos
vitales y las funciones biológicas que la definen).

Pero no necesitamos conocer mucho más, ni entender
o buscar un sentido más profundo.  Gracias a la “evolución”
pudimos comprender, aceptar y naturalizar, que hay algo
más interesante que ese sentido presunto e inasible:

La vida, en sí misma, es un concepto abstracto, sin mayor
valor que el que emana desde su condición efímera.
Lo que en verdad importa es la vida útil.

*** 


¿Te resultó útil este poema?

Si la respuesta es afirmativa

significa que no es un poema,

algo que puede ser de alguna utilidad,

o no...


martes, 13 de abril de 2021

Hacia una ideología sincera

 

 

(Tomás Mercante)

 

Seré sincero:
sólo tengo valores dudosos.

Para ser sincero, dudo de quienes
prometen sinceridad, o la enarbolan
como un valor.

Seamos sinceros. ¿Cuántos autores, bajo
un manto de pretendida sinceridad, emiten
pensamientos sostenidos en valores
ideológicos?

Pregunta:  ¿Hay valores no ideológicos?

Sospecho que no, podría afirmar desde
una sinceridad dudosa.

La ciencia describe el pensamiento ideológico
como aquel que no está fundado en una verdad
revelada por la evidencia científica.

¿Verdadero o falso?

Me reservo el beneficio de la duda.
En realidad, la pretendida autoridad científica
no está desprovista de ideología:

¿una ideología sincera?

Todo es campo de disputa ideológica,
incluída la ciencia y el lenguaje.
No parece sensato presumir que la ciencia
sea el único saber válido, ni que combata
la ideología, para ser sincero.

Para salir de este círculo ideológico, habría
que recurrir a la Filosofía, pero la epistemología
y la ética, son disciplinas filosóficas que no
generan oportunidades, no gozan de demasiada
popularidad en el ambiente científico, ni atraen
inversiones.

¿Puede ser posible un pensamiento no ideológico?
¿Habrá algún portador sano entre tanto sujeto?

Para ser sincero, habría que ser libre, sospecho.
¿Quién puede estar libre de ideologías y valores?

No pretendo ser original, pero todo parece indicar
que son necesarios, unos como otras.

En cuanto al valor de la sinceridad, no hay mucho
que agregar, sólo que no luce como un valor
confiable ni estable, ni parece agregar valor
al sujeto .

Cada uno tiene sus propios valores,
algunos gozan de reconocimiento ante las
autoridades evaluativas y entre los evaluandos.
Otros no.

Para ser sincero, la sinceridad no es un valor muy
reconocido, acaso por la dificultad de verificarlo.

Seamos sinceros, cuando alguien insiste en hacer
notar su sinceridad, hay que dudar y sospechar
o bien, recurrir a un verificador independiente.

Soy sincero:  sólo tengo valores dudosos
(aunque las dudas son sinceras)


 

lunes, 5 de abril de 2021

La emisión de silencio

 

 

(Teodoro Losper) 


Hago silencio
pero no es suficiente:

se puede aspirar al silencio, hacerlo,
pero esta acción no alcanza
para satisfacer la aspiración
emitida.

Para obtenerlo, habría que acordar
con todos los emisores que se
oponen.

(No recuerdo cuando pasé
a la oposición; la mía, es una
oposición silenciosa, y no es posible
memorizar mucho silencio)

El silencio, no es ausencia de sonido:
es anterior a todas las ausencias
y presencia imprescindible para
la música.

El perfecto silencio, sólo es posible
en el vacío.

El vacío es buen conductor.
Reconozco su conducción,
el universo se expande en el vacío
a una velocidad:  el vacío, no necesita
expandirse, su condición superior
acabará absorbiendo todo lo que no
es vacío, es decir todo.

¿Qué sabemos del vacío?

Habría que profundizar en silencio,
hay mucho para profundizar:

Hay materia oscura, energía oscura,
agüjeros negros…

Todo eso atráe, pero no es vacío.

Invertir en el vacío
luce más atractivo
que atraer inversiones.

Pero no hay vocación:

El vacío no puede contener
más que silencio, un silencio
continuo y absoluto. Y el animal
humano no puede soportar
más que unos minutos
de silencio absoluto  (por eso emite
y reproduce emisiones ajenas)

Sabemos que el vacío ejerce atracción
sobre los cuerpos.


Todos somos capaces de producir
atracciones y rechazos, en distinta
proporción, según la naturaleza del
azar.  No hace falta invertir.
Pero invertir en la producción
de vacío, expresa una visión de futuro:

el futuro es puro silencio:
tanto para los organismos vivos
como para el universo
y los seres de luz.

El poema es un objeto silencioso
que puede ser perfectamente
consumido en silencio.

El silencio es buen conductor del vacío
y no necesita ser desarrollado
como el cuerpo del poema, que puede
avanzar en una dirección, con un sentido
u otro observando silencio.

Leo en silencio
el poema que se expande,
se desliza silenciosamente
en sentido descendente.

Dudamos ante el vacío,
como de todo lo que no desciende.

Puedo escribir los versos más
silenciosos esta mañana.
Puedo escribir los versos
más dudosos esta tarde.

Todas las artes aspiran a la música.
La música aspira al silencio.

Cito en silencio

Todas las citas aspiran
 a la repetición.

sábado, 3 de abril de 2021

Otra oportunidad histórica

 

 

(Onésimo Evans)

 

¿Cómo saber que estamos ante
una oportunidad?

Una buena pregunta
(una buena pregunta admite varias
respuestas y algo más:  genera otras
preguntas)

Para detectar la oportunidad, y poder
determinar fehacientemente su presencia
primero hay que saber que es una oportunidad

¿Qué es una oportunidad?

Una ocasión que pasa.
Sí, las ocasiones pasan
y podemos verlas pasar
sin siquiera detectarlas.

Todo pasa, nosotros también:
estamos de paso por las oportunidades.
Paso y quiero.

(El poeta ocasional, aprovecha la ocasión
y escribe un poema, tan dudoso como
oportuno:  “El problema de la oportunidad”)

¿Qué está pasando?

Están pasando las oportunidades
que no supimos aprovechar.
Seguimos sin saber:

¿Qué es una oportunidad?

Tenemos más dudas que certezas,
pero si nos detenemos a pensar
en profundidad en la oportunidad
pasarán más oportunidades y las
seguiremos perdiendo…

Hay ganadores y perdedores, se sabe,
pero por suerte están las oportunidades

(Hay que reconocer: no sólo están, sino
que se están reproduciendo: se multiplican
por división. Basta oír a los funcionarios
de turno, de todos los gobiernos. Todos
basan sus discursos en la promesa de
generar nuevas oportunidades… Y algo
todavía más auspicioso:  Coinciden en
no ahorrar esfuerzos para alcanzar la
igualdad de oportunidades)

Estamos mal pero vamos bien.
¿Qué parte no entendés?

Mirá todo lo que se puede decir
y escribir de la oportunidad, sin saber
qué es...


No era necesario definir, ni es oportuno
perder tiempo en eso.
No es tiempo de definiciones: son tiempos
de desafíos y oportunidades.

Una vez alcanzada la igualdad de oportunidades,
podremos detenernos a pensar para qué sirven
estos artificios retóricos.

Mientras tanto, una tentativa:

Una condición para obtener alguna
ventaja o beneficio, siempre que se esté en
condiciones  de aprovecharla.
En otras palabras,  un desafío: ser capaz.

¿Ahora entendiste?
¿Que qué es un desafío?

Bueno, un desafío es una oportunidad.
¿Que el desafío es una oportunidad
y la oportunidad es un desafío?

Afirmativo, son lo mismo:  términos ambiguos,
prometen más de lo que ofrecen, contienen más
de lo que significan. Tienen más sentidos que
funciones y poseen una carga emotiva que los
hace atractivos, interesantes, tientan a la
aventura…

¿Qué hay detrás de esta ambigüedad
de apariencia inocua y pintoresca?

Algo concreto: ambos promueven y se
sostienen en la competencia, como idea
superadora y núcleo ideológico.

El desafío es una invitación a competir.
La oportunidad no es nada: algo que puede
pasar o no, no sabemos. Pero si pasa,
dependerá de uno, tanto advertirla como
aprovecharla.

Quien sea capaz, tendrá su beneficio, pero
para ello tendrá que competir (otros buscarán
lo mismo) y demostrar su superioridad.

Las palabras, no son lo que dicen ser,
ni son lo que dicen.  Son más que eso,
más que significante y significado,
y más que sentido denotado y connotado.

Son mucho más:   son oportunidades.



 

 
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