(Onésimo Evans)
¿Cómo saber que estamos ante
una oportunidad?
Una buena pregunta
(una buena pregunta admite varias
respuestas y algo más: genera otras
preguntas)
Para detectar la oportunidad, y poder
determinar fehacientemente su presencia
primero hay que saber que es una oportunidad
¿Qué es una oportunidad?
Una ocasión que pasa.
Sí, las ocasiones pasan
y podemos verlas pasar
sin siquiera detectarlas.
Todo pasa, nosotros también:
estamos de paso por las oportunidades.
Paso y quiero.
(El poeta ocasional, aprovecha la ocasión
y escribe un poema, tan dudoso como
oportuno: “El problema de la oportunidad”)
¿Qué está pasando?
Están pasando las oportunidades
que no supimos aprovechar.
Seguimos sin saber:
¿Qué es una oportunidad?
Tenemos más dudas que certezas,
pero si nos detenemos a pensar
en profundidad en la oportunidad
pasarán más oportunidades y las
seguiremos perdiendo…
Hay ganadores y perdedores, se sabe,
pero por suerte están las oportunidades
(Hay que reconocer: no sólo están, sino
que se están reproduciendo: se multiplican
por división. Basta oír a los funcionarios
de turno, de todos los gobiernos. Todos
basan sus discursos en la promesa de
generar nuevas oportunidades… Y algo
todavía más auspicioso: Coinciden en
no ahorrar esfuerzos para alcanzar la
igualdad de oportunidades)
Estamos mal pero vamos bien.
¿Qué parte no entendés?
Mirá todo lo que se puede decir
y escribir de la oportunidad, sin saber
qué es...
No era necesario definir, ni es oportuno
perder tiempo en eso.
No es tiempo de definiciones: son tiempos
de desafíos y oportunidades.
Una vez alcanzada la igualdad de oportunidades,
podremos detenernos a pensar para qué sirven
estos artificios retóricos.
Mientras tanto, una tentativa:
Una condición para obtener alguna
ventaja o beneficio, siempre que se esté en
condiciones de aprovecharla.
En otras palabras, un desafío: ser capaz.
¿Ahora entendiste?
¿Que qué es un desafío?
Bueno, un desafío es una oportunidad.
¿Que el desafío es una oportunidad
y la oportunidad es un desafío?
Afirmativo, son lo mismo: términos ambiguos,
prometen más de lo que ofrecen, contienen más
de lo que significan. Tienen más sentidos que
funciones y poseen una carga emotiva que los
hace atractivos, interesantes, tientan a la
aventura…
¿Qué hay detrás de esta ambigüedad
de apariencia inocua y pintoresca?
Algo concreto: ambos promueven y se
sostienen en la competencia, como idea
superadora y núcleo ideológico.
El desafío es una invitación a competir.
La oportunidad no es nada: algo que puede
pasar o no, no sabemos. Pero si pasa,
dependerá de uno, tanto advertirla como
aprovecharla.
Quien sea capaz, tendrá su beneficio, pero
para ello tendrá que competir (otros buscarán
lo mismo) y demostrar su superioridad.
Las palabras, no son lo que dicen ser,
ni son lo que dicen. Son más que eso,
más que significante y significado,
y más que sentido denotado y connotado.
Son mucho más: son oportunidades.
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