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martes, 17 de diciembre de 2013

Otro texto de Teodoro Losper



Naturaleza invasiva




No tengo nada contra las abejas; hasta consumo, incluso, algunos de sus productos. Productos nobles si los hay, hay que agregar, que no pasan de moda: nos vienen acompañando desde lo más difuso de los orígenes de nuestra cultura, tal vez desde nuestro ingreso al mundo de la civilización.
Ya desde antes de los griegos, los egipcios, ó acaso más atrás, se cultivaba la valoración por los productos derivados del cultivo de la apicultura.
Una especie productiva, la abeja, que ya venía produciendo desde antes que el hombre y desde antes que el hombre aprendiera a cultivar la apicultura. Incluso desde antes que el hombre conociera sus beneficios, así como los beneficios de la organización productiva de la vida.
Una especie organizada, altamente organizada, hay que decir, que rinde culto a la producción a través de la organización social del trabajo.
Una especie acaso excesivamente organizada, siempre es un ejemplo para otras especies.
Un ejemplo puede ser bueno ó malo, lo cual constituye un hecho subjetivo, pero no deja de ser un ejemplo, en cualquier caso.
La organización del trabajo es algo que comparten otras especies, como la hormiga, también muy antigua, pero a sus productos no se les ha encontrado por ahora mayor utilidad para el consumo humano, más allá del ácido fórmico.
La organización social de las abejas nos enseña, con su división en clases, su estructura dónde el orden reina, con reinas y sin reyes, que la conducción femenina de las organizaciones productivas redunda en un mayor contenido de eficacia.
Así como detrás de todo gran hombre hay una mujer, por detrás de toda organización hay una causa, que puede ser noble ó deleznable, buena ó mala, nunca maleable; no cambia de signo, una causa, no sufre ese tipo de evolución. Y detrás de toda causa, hay una meta, que es algo que toda especie que se precie debe poseer.
Detrás de todo metabolismo hay una meta. Y ahí nomás, el Orden Natural. El Reino de la Naturaleza, un ámbito donde todo obedece a las leyes naturales, que pueden reducirse a una relación de causa – efecto.
La Naturaleza se opone a la Cultura. Ahí nace el malestar, la contradicción, la civilización y otros términos con la misma desinencia.
Descendemos de esa necesidad de evolución de toda contradicción.
No tengo nada contra la contradicción.
No tengo nada contra las abejas, un reino como tantos y una especie que, por lo general, no perturba a la nuestra ni lo que llamamos nuestra vida civilizada.
Es más, tengo un amigo apicultor…
Una especie respetada por otras especies y aún, hasta -me temo- temida.
Se sabe que hay especies, acaso menos respetables, que para hacerse respetar le fueron copiando, reproduciendo su diseño. Asemejándose a las abejas, obtienen de otras especies el respeto que emiten aquellas, cuando no el temor.
Un caso de esta estrategia basada en el engaño y la confusión, la proporciona la mosca, criatura inferior, que a diferencia de la abeja, solo se organiza para producir fastidio.
Zumbar, emitir zumbido como consecuencia de rápidos y repetidos movimientos de élitros u otros órganos, es algo propio de diversas especies; pero para la nuestra, en cualquier caso, esa propiedad ajena constituye una molestia, una presencia de la que necesitamos prescindir.
Luego, ante la presencia detectada de una mosca, sentimos el sano impulso de ultimarla, de acabar con esa vida miserable que se nutre de nuestros desperdicios y sólo tiene como meta su reproducción injustificada; amén de producir molestias. Una especie banal, efímera y banal, absolutamente prescindible.
En cambio, si el zumbido proviene de una abeja, y así se verifica, no es tan simple tener una respuesta: vacilamos, dudamos, entre el temor al aguijón y el respeto por las virtudes encarnadas por la abeja.., sus productos naturales, sus subproductos…, en fin; no es tan sencillo decidir acabar, así, de un plumazo, con toda una vida de trabajo -suponiendo que nuestra abeja perteneciera a esa clase, cosa que no siempre estamos en condiciones de discernir-.
Hay que saber separar, diferenciar, el sentimiento de culpa que incorporamos al ajusticiar una mosca ó a una abeja, no son asemejables. Aún más: cuando se dice que alguien es incapaz de matar una mosca, para resaltar sus condiciones de bondad ó inofensividad, se incurre en una afirmación viciada de falsedad. Todos somos capaces, y todos matamos moscas; no llevamos la cuenta, pero todos tenemos en nuestro haber una elevada cantidad de esas víctimas… No cabe duda, todos hemos suprimido más vidas de mosca que de abeja.., aunque pueda servirnos de atenuante el argumento de contribuir al equilibrio ecológico, ya que a pesar de nuestras acciones, pareciera subsistir una mayor cantidad de moscas por habitante que de abejas.
Pero habitantes somos todos, lo que incluye a las moscas… Tal vez si nos dieran algo a cambio les perdonaríamos la vida, como ocurre con las abejas…
Pero para dar hay que tener, y para tener, hay que producir y… esto requiere organizarse, a lo cual no parece muy apegada la mosca, que si cultiva algún tipo de organización sólo sería una organización residual.
No tengo nada contra las moscas; y mucho menos contra las abejas, que además de contribuir a la fecundación de muchas especies del reino vegetal, nos proporcionan sus productos saludables. Hay una medicina natural que los incluye –hasta en su propio veneno se encuentran propiedades beneficiosas-.
Hay tratamientos terapéuticos basados en productos naturales.
Hay naturalezas que rechazan los medicamentos de naturaleza artificial, así como hay otras que no toleran los productos naturales.
Pero lo natural tiende a imponerse, a expandirse, en un mundo todavía en expansión aunque cada vez más desnaturalizado.
Hay tratamientos que se postulan naturales; y aún más: ¡de naturaleza no invasiva!  -como si fuera ésta una condición posible-.
No tengo nada contra la naturaleza. Tampoco tengo nada contra las contradicciones, repito; pero hablar de naturaleza ‘no invasiva’ no parece muy sensato, bajo ningún punto de vista. Y esto, dicho desde aquí, como habitante y como contribuyente, como participante y como miembro, como producto ó subproducto, en fin, del Orden Natural.
Hay demasiados ejemplos del carácter invasivo de la Naturaleza. Basta pensar en mosquitos, cucarachas, polillas, ratas, lombrices solitarias…, virus. O bien, considerar los millones de bacterias, bacilos -buenos y malos- y otros organismos que habitan nuestro cuerpo sin pedir permiso…
Reitero; no tengo nada contra las abejas. Es más, hasta tengo un amigo apicultor   -y no tengo muchos amigos-.
Pero esta abeja que insiste en merodearme, con su zumbido invasivo, y sigue zumbando, interfiriendo mi trabajo artificial, posándose ahora en mi taza de regaliz, no es un regalo bienvenido. Muy por el contrario: perturba, distrae, e impide la concentración necesaria para avanzar en el poema sobre la banalidad.
En una palabra:   invade.
Cabría agregar que esto, aunque parezca una banalidad, es sólo una forma, entre tantas -muchas de ellas imperceptibles- en que se presenta la naturaleza invasiva de la naturaleza.
(Por otra parte, este individuo abeja aquí presente, es la evidencia de un orden alterado. Se desprendió de su comunidad; se separó de la organización: un organismo que se desorganizó, seguramente abandonó su puesto de trabajo - para venir a interrumpir el mío-, lo cual bien pudiera merecer una sanción, un castigo, tal vez la pena máxima, la pena capital, y esto resolvería la cuestión de la culpa al aplastarla…Hacer justicia, en representación del Orden; restablecer el orden.., aunque sea un pequeño orden, un micro orden.., y de paso recuperar mi pequeño orden artificial……
Pero no; no voy a entrar en ese juego; hacer justicia por cuenta propia es una de las formas en que se manifiesta el Orden Natural, que todo lo invade.
Debo desobedecer esos impulsos. Permanecer neutral…)


sábado, 14 de diciembre de 2013

Banales


(Teodoro Losper)



Voces que se deslizan / van a lo banal
banalizan lo que tocan / rozan
rozamientos banales se suceden / van
y vienen de la mano: lo vano y lo banal /
van banalizando / envaneciendo / se
contentan expresando contenidos vanos
hilvanados en discursos banales, evanescentes /
entre lo vano y lo banal /
lo bueno :
relaciones banales se entablan sin mayores requisitos /
sexo casual / sexo banal / virtual / ocasional / frugal /
sexo efímero : la brevedad duplica la bondad (lo bueno
si breve ) / Lo bueno : a instintos banales satisfacciones
banales / abreviar / en el baño / en el rebaño de banales /
olores banales / imágenes banales / la semejanza banaliza /
lo bueno : promueve la igualdad / la igualdad es buena
sólo como aspiración / una aspiración banal : la igualdad
de oportunidades / todos coinciden / una aspiración oficial
unánime y banal / fórmulas que resisten todos los análisis
banales / hay que banalizar / el público espera más banalidades /
el electorado pide hechos concretos y banales / los mercados
dan señales - buenas ó malas - de acuerdo a los índices de
banalidad registrados / señales banales / el consumo es una
cuestión de tiempo y el tiempo un artificio que contiene todas las
banalidades y lo banalizable / Se registra un aumento sostenido
en la producción de hechos banales / Es un hecho : a ser banal no
se aprende / no hay cursos de banalidades / La banalidad puede
abandonarse pero no se puede volver a ser banal / No se vuelve /
Para hablar con propiedad de banalidad hay que conocerla / haber
sido / haber tenido un pasado banal / ó bien un buen fragmento de
pasado que acredite banalidad / Tener un costado banal ó rasgos
banales es común pero no hace a la banalidad profunda del sujeto /
Tener deseos banales tampoco es condición suficiente para
completar una identidad banal / todos tenemos deseos banales y
momentos del día ganados por la banalidad / Pero nadie dispone :
“voy a tener un día bien banal" si quiere ser honesto con su propia
banalidad ( Ser honesto puede ser considerado una banalidad. Soy
honesto : Fui banal: Nací en el seno de una familia: un hecho banal /
una familia ligeramente banal / En condiciones de normalidad la
banalidad funciona, ordena, cohesiona, evoluciona por reproducción,
se desarrolla por repetición, para acabar reproduciendo su ciclo
evolutivo / se avanza en el sentido dentro de límites que la banalidad
provee / un sentido único / diversamente proporcional a las
aspiraciones familiares, oficiales ó suboficiales / en condiciones
normales se adquieren productos, se gozan propiedades, se poseen
títulos, recuerdos, que van sumando a los bienes familiares / la mesa
familiar / juegos familiares / la palabra familia / jugar es banal /
jugar con familias de palabras: un juego banal / Pensar no suele ser
banal / pero hay pensamientos banales / Cultivar su práctica es un
ejercicio útil que sirve para poder relacionarnos con otros banales a
través del diálogo banal (que es el más utilizado)

Incluso se puede entablar amistades banales / Hay quienes sólo
desean mantener relaciones banales / y quienes se banalizan para
cumplir ciertos deseos / Hay deseos banales (pero hay que diferenciar
entre quien opta por una satisfacción banal y quien no. Y distinguir
aún entre quien tiene un objeto de deseo banal, y quien desea de
modo banal, más allá del objeto circunstancial ) Un perfecto banal ó
banal integral, siempre desea objetos banales de un modo banal, y
casi siempre logra realizar su cometido, y hasta sentirse realizado
(redundando en el lugar común de la banalidad)


Hay una realidad banal / Y hay deseos que dejan que desear  -Como
hay deseos peligrosos y deseos banales-


(Un análisis banal sugeriría no profundizar en el tema de la banalidad
a aquellos banales que disfrutan su condición de tales, ya que se corre
el riesgo de ser arrojado fuera de ese mundo para siempre).




II

Banal : un barbarismo / banalismo no existe / la banalidad :
El discurso de la banalidad /
Un discurso banal roza la insustancialidad / carecer
de sustancia -se sostiene- es una forma de carecer que tiende
a la neutralidad / Hay sustancias nocivas y otras inocuas /
otras contienen virtudes y son beneficiosas / pero el exceso
las hace nocivas / Una dosis de banalidad en el discurso
ó en la vida puede ser saludable, acaso necesaria (la necesidad
suele ser banal y sin necesidad no hay vida)
Pero una banalidad sustentable en el tiempo, ó sostener la
Insustancialidad a lo largo de una vida, no es sencillo. /
Una vida que se desarrolla en un ámbito banal, un espacio
surcado por relaciones banales, poblado de aspiraciones
banales y donde florece el cultivo de valores banales,
no acredita necesariamente un destino banal /
Trazarse un proyecto de vida banal, tampoco garantiza
alcanzar la banalidad plena. La plenitud no existe.
(y existir en plenitud no pasa de ser una aspiración
atificial, dentro del orden de las aspiraciones banales)

jueves, 12 de diciembre de 2013

Autoahorro



  (José Luis Greco)


Cautos autos rodeaban la manzana
roedores merodeaban
en desmedro de otros merodeadores
que suelen medrar en la oscuridad

¿Por qué elegimos este fruto?
¿Por qué seleccionamos?
¿Somos fruto de la selección natural ó qué?

Se preguntaban los roedores rasos
a la espera de una respuesta oficial
entre tanta reproducción inoportuna

-¡Estamos rodeados, compañeros!
-Siempre estábamos rodeados.
-No, ojo con la función verbal, estábamos es imperfecto.
-Somos imperfectos. Estábamos mal pero íbamos bien; sólo
hay que saber rodearse, dijo el roedor sabedor.
-Estábamos estaba mal: Estuvimos, pretérito perfecto simple,
ex indefinido, es el tiempo correcto.
-¿Correcto porque dejó de ser indefinido? ¿Porque se definió?
¿Lo correcto es definirse? ¡No es hora de definiciones, compañeros!
¡No estamos para eso!
¿Qué tiempo correcto? ¡No hay tiempos correctos!
¡Toda definición es provisoria! Lo único correcto sería negociar
con las autoridades.
-La selección natural nos hizo selectivos, hermanos, ahora
hay que defender la posición.
-Tenemos posiciones encontradas, y nos encontramos rodeados.
No andemos con rodeos, dijo un merodeador moderado. 
Meros roedores como somos, huéspedes después de tanto 
y tanto bicho patógeno y en plena dependencia residual, sin 
ser reconocidos, gozando de mala prensa y rodeados de 
relaciones asimétricas...
 
-Habla difícil pa' roedor.
-Roer es raro.
-No, lo raro es ahorrar; roer es necesario, lo que hay acá es un
 exceso de vocabulario.
-Nos sobran palabras...
-No, vivimos de las sobras.
-Los hechos nos unen, las palabras nos separan.
-Sí, tienen demasiadas palabras: el exceso genera confusión.
-Se dicen mamíferos superiores, pero nosotros somos el 
 mamífero más antiguo: descienden de nosotros.
-Somos una especie invasora, colonizadora y oportunista, dicen.
-Como ellos...


-Pero nosotros somos más, y estábamos desde mucho antes; 
ellos nos invadieron...
-Bueno, no nos perdamos en nimiedades. La invasión es algo 
 natural, tan antiguo como la naturaleza, tan viejo como 
 la injusticia...
Ni siquiera es algo exclusivo del reino animal, también  
hay muchas especies vegetales invasoras.
-Pero el hombre es invasor y predador.
-Bueno, hay predadores naturales que controlan 
 el crecimiento y la expansión de otras especies, 
 contribuyendo al equilibrio...
-¿Qué equilibrio? Ellos depredan todo.
-Pero ellos también se matan de hambre y producen 
 masacres y guerras, se depredan a sí mismos. La naturaleza 
 contempla todo eso: son técnicas elaboradas a través 
 del tiempo para ajustar el proceso de acumulación de cuerpos.
-No, esos son sus propios argumentos para justificarse.
 Para ellos, todos los organismos vivos se dividen en dos 
 especies, a saber:    comestibles y no comestibles.
-Nosotros venimos zafando, por suerte...
-No, hay culturas que nos incluyen en su dieta.
-El malestar en la cultura...
-No le hacen asco a nada.
-Y.., el hombre es un animal político.
-Se embuchan desde insectos hasta ballenas...
-Yo no te pruebo...
-A mi no me convencen: Ninguna criatura que se precie
 puede pretenderse omnívora, no es natural, ni nosotros...
-El chancho...
-La culpa no la tiene el chancho.


                                                         JLG
 
 
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