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lunes, 21 de noviembre de 2016

Defensa y reivindicación de la acción dudosa

(Epifanio Webber)



Dícese que la vida es acción,
una reducción que no todos compartimos

(Aunque la reducción es una acción vital:
sin ella no hay representación, luego no
hay lenguaje, y sin lenguaje no hay sujeto)

Algunos especulan que la vida es pura reducción
-otros la reducen a la acción especulativa- 
pero esta reducción es incompleta:
no contempla la pasión, un signo vital que
puede permanecer irreductible, como tampoco
un hecho histórico que es capital en organismos
altamente diferenciados y sujetos:
la acumulación (la mayoría de nuestras acciones
son respuestas a otras, son reacciones. Y sólo
somos capaces de reacciones adecuadas gracias
a la experiencia acumulada)

Se habla de “entrar en acción” o de “pasar a la acción”
pero nunca de “pasar a la inacción”, lo que significa
que la acción no es algo natural.

Tampoco: “pasar a la pasión”, una expresión de mayor
pretensión poética pero que resuelve en contradicción:
el tiempo siempre pasa, pero la pasión resiste, aún
en el caso de la llamada pasión dudosa.



domingo, 20 de noviembre de 2016

Versiones

(Vicente Narioh)


La escritura nos sirve:
entre otras cosas, para diferenciarnos
de aquellos animales que no escriben.

La escritura nos sirve: sirvámonos.

Podemos escribir en distintas circunstancias,
bajo diversas condiciones, en una dirección
u otra, en cualquier momento de la vida
podemos escribir: Escribir es humano.
La escritura  -como los animales-  nos hace
más humanos.

La escritura nos sirve como hábito:

La práctica continua y sistemática, crea el
hábito; una vez adquirido el hábito, ya no
se deja de escribir: el hábito se hace necesidad
y escribir se vuelve algo tan natural como fumar.

(Hay quienes fuman mientras escriben y quienes
escriben mientras fuman)

La escritura es un instrumento de superación:
Más allá de la inspiración, que es fluctuante y
azarosa, el ejercicio regular y riguroso del hábito
en el tiempo, permite verificar casi siempre
alguna evolución: es difícil que alguien reconozca
que antes escribía mejor. En condiciones naturales,
la tendencia suele ser la inversa: se tiene a alguna
clase de evolución.
Por el contrario, es normal -habitual- que el sujeto
no suscriba mucho de lo que hubo escrito en el pasado:
“Hoy no escribiría ésto”. Es natural, pocas cosas
resisten el paso del tiempo, y entre los seres vivos,
ninguno.

El tiempo nos modifica, más allá de la propia percepción,
voluntad y deseo. Por eso, algunos insisten en la necesidad
de publicar sin demora, antes de arrepentirse: primero
publicar, luego escribir; tal la fórmula de un poeta muy
reconocido entre iniciados. Otros, como J. R. Jiménez,
aconsejaban lo contrario: guardar los poemas en un cajón
y esperar que el tiempo haga su trabajo.

En cualquier caso, resistir al tiempo es trabajoso: entre
tanta escritura acumulada hay poca que lo logra.
Si se piensa en eso, el trabajo de escribir no es alentador.
Mejor no pensar. Pero para escribir hay que pensar: el
pensamiento nos diferencia de otras criaturas y hace
posible la literatura, pienso, luego escribo (Hubo un
poeta que proponía la fórmula inversa: escribir, después
pensar)


sábado, 5 de noviembre de 2016

Libre elección

(Abel A. Borda)



Ya no se habla del mundo libre,
a partir del fin de la guerra fría
pasó a ser un anacronismo:
ya no hay mundo libre
ni cortina de hierro.

¿Adónde está la libertad?
Se preguntaba un músico popular
hace más de cuarenta años
haciendo uso de cierta libertad.

La libertad de expresión se impuso
como valor de uso: cada cual puede
expresar su opinión con libertad,
aún cuando no tenga opinión formada
o carezca de opinión propia -y sólo
tenga una opinión formada-

La libertad es un término muy amplio:
el sujeto libre sigue siendo una contradicción
retórica. No se puede aspirar a una libertad
absoluta: conocemos límites.

Aunque gozamos de ciertas libertades:
libertad de comercio, libertad de culto,
de vientres y del libre juego de la oferta
y la demanda ¿Hace falta más?
Tenemos el derecho a la libre asociación.

La libertad de expresión es un signo
de desarrollo: En condiciones naturales
hace posible que todo tipo de expresiones
circulen libremente entre sujetos, con diverso
grado de desarrollo y distintas capacidades
expresivas -todos tenemos capacidades
diferentes: hay diferentes modos de expresar
las capacidades, tanto como las incapacidades-

La libertad de expresión no significa libertad
de pensamiento: conocemos ciertos límites
para el ejercicio de la libertad; a veces, hay
que optar -la libertad suele conducir a una
opción, hay que elegir: adoptar la opción más
sustentable es lo correcto-

Así, entre la libertad de expresión y la libertad
de pensamiento, y ante la dificultad de establecer
una relación sin conflicto entre ambas, aceptamos
que es más útil la primera: ¿De qué nos serviría
la libertad de un pensamiento propio que no
podemos expresar con libertad?


 
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