(Abel A. Borda)
No todos queremos ser
libres,
la mayoría no: nos
conformamos
con algunas
libertades,
la libertad tiene un
precio;
siempre hay que
pagar,
para participar,
para observar, para
esperar afuera. Se
paga la comodidad
y se paga el
desapego, se paga todo el
tiempo, se paga con
el cuerpo.
Hay cuerpos que
deben
todo lo que son
(si el volumen de la
deuda coincide
con el cuerpo, se
obtiene la expresión
perfecta del sentido
del deber:
“Sólo siento lo
que debo”)
Una forma de
integración
a la realidad
sensible: siento que debo
(el deber es un
sentimiento, y la deuda
es constitutiva del
sujeto, que debe
integrarse a un
orden preexistente,
ocupar un lugar en
un mundo ya armado,
casi siempre hostil,
violento y poco acogedor.
Debe hacerse un
lugar, debe luchar, debe
negociar: debe
pagar)
Los derechos se
conquistan, suelen ser
resultado de largas
y cruentas luchas:
Hay un costo.
Hay un costo.
Hoy gozamos de
ciertas libertades
y algunos derechos:
nos reconocemos
sujetos de derecho y
la evolución
ha establecido
derechos humanos
casi universales.
Entre los derechos
humanos
que reconoce
el mundo civilizado,
el primero es el
derecho de piso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario