(Horacio Ruminal)
Creo en lo que crece.
Creo en las creaciones que crecen.
Creo en cualquier creencia que acredite
un crecimiento histórico.
Creo en la selección natural
y en la selección sobrenatural, fuente
de todo crecimiento justo.
Creo en el poder de la reconversión
y en la reconversión del poder:
el poder corrompe
pero la corrupción empodera.
Creo en los ciclos que se cierran
y en la apertura de los mercados.
Creo en la salida negociada
del mundo del intercambio.
Creo en la neuroeconomía,
en la neurofilosofía y en las buenas
prácticas epistemológicas.
Creo en la normatividad, en la
multiplicidad de los disciplinamientos,
en la diversidad como fundamento
y en los entes autónomos.
Creo en los metabolismos superiores,
en las metas de la manipulación
inteligente y en la autosuperación.
Creo en la ecuación costo – beneficio,
en las opciones disponibles para agregar
valor y ampliar los servicios.
Creo en la vocación de crecimiento.
Creo en todo lo que crece
por propia voluntad o de terceros.
Creo en la tercerización de todo
como fuente de oportunidades.
Creo en la igualdad de oportunidades
para todos los sectores del oportunismo.
Creo en el poder sanador de la palabra
y en la contaminación sustentable
de los recursos semánticos.
Creo en el verbo encarnado
y en la ciencia neurocognitiva.
Creo en la gestión positiva
de nuestras emociones y emisiones.
Creo en el diseño inteligente,
en el poder de la concentración
y en la concentración de poder.
Creo en la iniciativa privada,
en los modelos inclusivos
y en la capacidad de decisión
de los más capaces.
Creo en el trabajo de la empatía
como generador de liderazgos positivos.
Creo en la utilidad de reciclar, en las
utilidades que se reciclan
en modelos replicables, proyectables y
escalables.
Creo en las nuevas escalas de valores
que impone la evolución, y junto al
desarrollo de consensos empáticos
nos permitirá crecer a valores impensados.
Creo en la libre circulación
de mercancías y sujetos.
Creo en las economías circulares.
Creo en la voluntad de crear y recrear.
La Neuropoesía libera endorfinas,
y nos libera de los malos hábitos poéticos,
como el uso recurrente de la repetición
y el vicio de repetir en forma recurrente,
fuera de los patrones apropiados.
Es más: Nos libera de las aspiraciones
indeseables y neurotóxicas
y del ocio mal tramitado
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