(Ricardo Mansoler)
Toda contradicción
encubre al menos
una verdad distinta de sí.
El movimiento no se demuestra
andando, ni desandando el deseo
que partió sin avisar:
ahora no vuelvo.
¿es sustentable la contradicción
que pasa, y vuelve a pasar
por el mismo movimiento?
Sí y no, depende del observador
de turno: estamos de paso por
las contradicciones, hay que ser
mesurado.
La contradicción
es un envase retornable.
En base al pecado
conocemos la virtud
de la mesura y viceversa.
(Hay que ser mesurado
con la intensidad de las pasiones,
medir la intensidad de las palabras
que se le tributan, medir la extensión
de la oración armada con pasión,
medir la intensidad de la mesura)
“Un abnegado, se entregó,
por propia voluntad, a un
noviciado: creyó que era
su misión someter su voluntad
a los rigores de la fe y apartarse
de las tentaciones de la carne.
Pero cayó en el vicio
en un acto de servicio”
Los pecados pasan, se disuelven
en palabras, se transmutan, se
transmiten o se absuelven.
Se conmuten o no, también
se olvidan -olvidar no es
pecado-
No hay pecado sin memoria
ni culpa sin conciencia. Todo pasa,
la contradicción también.
Como los verbos, pasan los pecados.
Sólo estamos condenados a repetir
el pasado.
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