(Dudamel Rambler)
No pude decidirme.
No fui capaz de generar
las condiciones para producir
una buena decisión, ni siquiera
una de calidad dudosa.
Pero gracias a la resiliencia
no aflojé, entendí que el
fracaso es una oportunidad
y no me resigné más allá de
lo aceptable.
Acepté mis limitaciones, mis
capacidades diferentes: Me
hice cargo y me asumí.
Así, obteniendo el asesoramiento
idóneo, logré capitalizar el
fracaso y disfrutar la aventura
de la incertidumbre:
Uno no decide nada, me dije
y lo agendé. Toda certeza
proviene de la angustia.
Es cierto ¡lo probé y funciona!
La resiliencia salva vidas
(aún cuando pareciera que no
hay nada que merezca ser salvado)
Ya no me angustio; fracaso cada
vez mejor y no paro de generar
empatía mientras vacilo libre
y voy consensuando...
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