(Ricardo Mansoler)
No se puede vivir
sin amar nada;
somos conscientes de
la necesidad
de ejercitar, de profesar
algún amor a algo.
algún amor a algo.
No se puede no amar
nada,
ni se puede amar
todo:
el amor segrega
(hay secreciones
internas, no
tenemos conciencia de
la cantidad de
hormonas comprometidas
en el amor -amor es
compromiso- “Yo
tengo tantas
hormonas, que no las puedo
contar” -cantó
el poeta enamorado: hay poetas
hormonales y poetas ornamentales-
hormonales y poetas ornamentales-
Hay hormonas
femeninas, hormonas masculinas,
y hay hormonxs que
resisten su incorporación
al sistema binario)
El exceso de
hormonas, como el exceso de amor,
es peligroso (todos
los excesos son nocivos)
y suele producir
efectos indeseables u objetos
dudosos, como los
poemas de amor.
Hay que desconfiar
de los que usan el amor
como bandera (“lo
hizo por amor” es justificación
recurrente de actos
injustificables) tanto como de
aquellos que afirman
no amar nada : No se puede
soslayar la
importancia del amor en el desarrollo
del sujeto; no
podemos prescindir, hay que amar algo:
un alga, un animal,
un ángel, un vicio, una palabra.
El amor puede
reconocer y adoptar distintas formas
y diversos objetos;
se puede amar casi todo:
adjudicar a algo la
calidad de amable, no depende
sino de la
percepción individual de cada sujeto.
Es tan aceptable
amar la música como amar el
silencio, la
soledad, el éxito -la soledad del éxito-
amar el riesgo, la
aventura, la rutina, el sol, amar a
un dios, ó a otros
animales.
Desde muy temprano
nos inculcan el amor
en sus distintas
formas: filial, fraternal, sexual,
amor a la patria, al
barrio, a la divisa, al prójimo
ó a la camiseta.
Entre las opciones
dudosas están el amor al arte,
al deporte, el amor
platónico y el amor al trabajo.
También: el amor
desinteresado, aunque el más
dudoso es el amor
propio, donde objeto y sujeto
se confunden (el
estado de confusión puede derivar
en situaciones azarosas: hay quienes no conciben
el sexo sin amor
-algo que puede ser opinable- ni el
amor sin sexo -en
toda manifestación amorosa hay
una carga de
erotismo, dicen- Pero cuando este
sentimiento se
instala en individuos que sólo conocen
el amor propio, es
natural que la contradicción se
resuelva en el
autoabastecimiento amoroso, la práctica
onanista, condenada
por todas las religiones, dado que
representa el peor
de los pecados, el mayor desvío:
la negación del
comercio, que es la esencia del amor).
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