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domingo, 14 de febrero de 2016

El trabajo digno

(Remigio Remington)



Dicen que el trabajo dignifica,
pero hay trabajos menos dignos
que otros, mientras que el ocio
es siempre ocio: no cambia de signo,
es uno e indiviso y se mantiene
idéntico a sí mismo.

(El ocio creativo es una falacia:
todo ocio es creativo, toda creación
es hija del ocio)

Buscar dignidad en el trabajo es ocioso,
tanto como pretender que el trabajo es virtud:
Hay quienes trabajan para mantener sus vicios.

Hablar del derecho al trabajo es tan absurdo
como hablar del derecho a la necesidad.

No hay necesidades más y menos dignas:
Hacer algo es tan digno como no hacerlo,
quien necesita hacer cosas para probar su
dignidad o sentirse digno, es alguien que
en su intimidad inapropiable no puede
reconocerse digno.

Pero el sujeto está dividido:
siempre hay una parte menos digna
de uno que resiste cualquier trabajo
en otro sentido.

Es tan ocioso aspirar a la unidad
como buscar la propia dignidad afuera
del sujeto:

Ningún trabajo dignifica:
No hay nada que provea dignidad
a un sujeto dividido, por más que considere
más o menos digno su trabajo.

Dignificar es un verbo dudoso, tanto como
profundizar en el sentido de la dignidad,
o en la búsqueda de sentidos dignos.

Menos digna que dudosa es la división
del trabajo  -no se necesitan
más peritos mercantiles-

y más digna es la palabra del poeta:

“No trabajes ni hiles” 


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