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miércoles, 29 de junio de 2016

Hay drogas

(Epifanio Webber)



Cada cual busca su droga
como puede, donde puede.
Querer es poder:
Hay drogas que proveen la sensación
de poder todo, borran los límites
de la realidad, una realidad para pocos:
el resto debe resignarse, adaptarse ó
consultar a su proveedor habitual; hay
drogas para todos.

Hay drogas artificiales y naturales,
hay drogas duras, blandas y dudosas,
peligrosas y seguras, asociales y
sociales: hay drogas para todos.

Cada uno busca su droga: hay drogas
para todos los bolsillos y para todas
las necesidades -la necesidad es un signo
vital, y la droga puede ser un camino sin
retorno: como la vida-

Hay drogas que alteran la percepción, el
estado de conciencia. Algunos buscan
libertad, el goce de la sensación -sin
libertad no hay goce- como experiencia
liberadora -aunque como es sabido, “la
libertad se extiende hasta los límites de
nuestra conciencia”-

Pero la droga suele crear dependencia;
podemos elegir de qué depender: hay
drogas para todos:

Hay drogas legales e ilegales, permitidas,
toleradas y prohibidas. Hay un mercado
dinámico y pujante que contempla la
diversidad de necesidades y la igualdad de
oportunidades.

El desarrollo necesita crear nuevas necesidades,
y la necesidad es tensión: hay drogas para
reducir, suprimir o intensificar la tensión (Hay
una tensión entre el sujeto y el mundo, el goce
está siempre asociado a una tensión que crece y
se libera: quien no tiene nada que liberar, ni de
qué liberarse, no se droga)

Hay drogas para todos: drogas artificiales
y naturales. Entre las drogas duras, legales
y seguras, la más popular es el trabajo
(que además nos hace libres)

lunes, 20 de junio de 2016

sedes

(Tomás Mercante)



Sed consciente
y sed inconsistente
Sed plural
y sedes singulares
Sedes sociales
y sedes oficiales

sedes que no ceden:
sed que se desliza
sed que se incorpora
sed que circula libremente
entre los cuerpos
(cuerpos sediciosos cuerpos
cavernosos cuerpos sigilosos
cuerpos mucilaginosos)

Sed pura o impura
Sed genuina o dudosa
inducida obedecida:
hacele caso a tu sed

Podemos contenernos
Contenemos una diversa sed
de todo pero
Podemos contenernos

Hay demasiada sed
mares de sed sedimentada
entre paredes pares e impares
del alma mamífera

El mar seduce al sediento:
la sed nos hizo sedentarios

Hay demasiada sed
sed heredada
de otros metabolismos

(Nuestro cuerpo mayormente líquido
necesita líquido para mantener su
condición: mi madre -93 años-
ha de haber consumido unos 70 mil
litros sin contar sueros, transfusiones
y los 4 litros del brebaje para la
colonoscopía. Pero después de todo
pedía agua:   tenía sed)

No es habitual pensar en estos términos
ni es habitual pensar en el impacto ambiental
que produce una vida humana, aunque no
haga nada, sólo comer y beber.

(Pienso en Artaud, que en un poema
calcula la cantidad de ingestiones
y deposiciones a lo largo de una vida
y pienso en Gotfried Ben, que describía
tumores aprovechando el ejercicio de
la medicina para la función poética
-todo puede ser aprovechado de un
cadáver- Y pienso en los excesos:
en aquello que nutre el pensamiento
excesivo; pienso en las asociaciones
-en condiciones normales, lo excesivo
se asocia a lo patológico-

Pienso más: pienso en lo anómalo
de la expresión poética y en lo anómalo
como materia poética.
Pienso: No habrá sido casual que yo
leyera a estos poetas, que sintiera
atracción por sus escritos y que ahora
esté escribiendo ésto.

Pienso en volúmenes anómalos
y en la experiencia extrema del poeta
que escribe cada poema como
si fuera el último)

Pienso en la sed:
70 mil litros es un volumen excesivo,
incluso para ahogarse.


sábado, 18 de junio de 2016

Pueblos resignados


(Pascual Rambler)



“Ningún pueblo cree en su gobierno.
A lo sumo, los pueblos están resignados”

Se puede creer, o no, en la palabra del poeta
-hay momentos históricos que parecieran
desmentirlo-
O puede uno resignarse: los poetas suelen
decir cualquier cosa para atraer la atención
del lector incauto.

Poetas, filósofos, políticos, teólogos y
psicoanalistas trabajan con la palabra.
Una realidad: el mundo de las palabras no
coincide con el mundo real.

Pero sin palabras no sería posible creer
en nada, ni negar ni afirmar: no creo
en nada. Nuestro mundo humano y “civilizado”
no sería el que es, ni seríamos quienes somos.

Los poetas no se resignan a una realidad
cuestionable, que siempre deja que desear:
la esencia de la acción poética
está en ese deseo: la aspiración a cambiar
el mundo.

El mundo ya no es lo que era, y
los pueblos tampoco.
Ya no hay líderes populares,
y cada vez menos líderes populistas.

La realidad no permite alimentar esperanzas
de un mundo más justo
-o menos injusto-

“Ningún pueblo cree en su gobierno.
A lo sumo, los pueblos están resignados”

Si creemos en la palabra del poeta, a lo sumo
podemos aspirar a la resignación:
No se puede esperar justicia, a lo sumo
podemos justificar: “Los pueblos tienen
los gobiernos que merecen” y dejarnos
gobernar por la resignación, pero una
resignación sustentable.

martes, 7 de junio de 2016

Miserias

(Ricardo Mansoler)



La miseria es grande,
pero esto no es más que una frase.
Hay que reconocer, una frase cuyo
enunciado no altera ni agrega nada;
afirma algo que nadie ignora:
todos tenemos un costado miserable,
aunque no todos tengamos conciencia
de las propias miserias.

Hay que reconocer: reconocer las propias
miserias es un acto de grandeza que nos
eleva por sobre otros miserables, así como
reconocerse a sí mismo en la miseria ajena
es una muestra de la profunda sensibilidad
que puede albergar el alma humana.

“Nada humano me es ajeno” dijo Nietzsche,
reconociéndose en esa frase ajena -Publio
Laercio la había emitido hacía unos cuantos
siglos. Hasta donde sabemos le pertenece,
aunque bien pudo haberla recogido de algún
ignoto pensador romano o no.

No: acaso todas las frases son ajenas
en esencia, y el filósofo alemán no hacía
sino poner en práctica el enunciado de la
frase, tan humana como la propiedad...

(y como la miseria)



 
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