(Pascual Rambler)
“Ningún pueblo
cree en su gobierno.
A lo sumo, los
pueblos están resignados”
Se puede creer, o
no, en la palabra del poeta
-hay momentos
históricos que parecieran
desmentirlo-
O puede uno
resignarse: los poetas suelen
decir cualquier cosa
para atraer la atención
del lector incauto.
Poetas, filósofos,
políticos, teólogos y
psicoanalistas
trabajan con la palabra.
Una realidad: el
mundo de las palabras no
coincide con el
mundo real.
Pero sin palabras no
sería posible creer
en nada, ni negar
ni afirmar: no creo
en nada. Nuestro
mundo humano y “civilizado”
no sería el que es,
ni seríamos quienes somos.
Los poetas no se
resignan a una realidad
cuestionable, que
siempre deja que desear:
la esencia de la
acción poética
está en ese deseo:
la aspiración a cambiar
el mundo.
El mundo ya no es lo
que era, y
los pueblos tampoco.
Ya no hay líderes
populares,
y cada vez menos líderes
populistas.
La realidad no
permite alimentar esperanzas
de un mundo más
justo
-o menos injusto-
“Ningún pueblo
cree en su gobierno.
A lo sumo, los
pueblos están resignados”
Si creemos en la
palabra del poeta, a lo sumo
podemos aspirar a la
resignación:
No se puede esperar
justicia, a lo sumo
podemos justificar:
“Los pueblos tienen
los gobiernos que
merecen” y dejarnos
gobernar por la
resignación, pero una
resignación
sustentable.
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