(Carlos Inquilino)
Fueron indios, salvajes, razas
inferiores,
culturas residuales, aborígenes...
Ahora son Pueblos Originarios.
Cambian los términos, la forma
de nombrarlos, pero la realidad
no cambia:
siguen siendo un problema,
un obstáculo para el desarrollo
sustentable.
Siguen siendo “otros”,
no quieren “integrarse”
y rechazan hasta las oportunidades
que les brindan los modelos inclusivos.
Pretenden mantener la misma relación
que tenían con la naturaleza
hace más de cinco siglos -antes de
ser
descubiertos por la cultura verdadera-
Se pretenden hijos de la tierra -a la
que
le adjudican propiedades maternales-
y pretenden que se le debe algún
respeto
a las cosas naturales...
Pretenden respetar a la naturaleza
desconociendo su ley elemental:
la imposición del más fuerte.
Se oponen al progreso, y a los títulos
de propiedad emitidos por la autoridad
competente...
de propiedad emitidos por la autoridad
competente...
Se oponen al desmonte...
Defienden a los árboles...
Sin embargo, algún aborigen, encaramado
en lo alto de otro árbol, bien podría
en lo alto de otro árbol, bien podría
observar:
“Si no fuera por los árboles,
el hombre blanco no hubiera podido
construir sus odiosas naves,
y embarcar su odio,
su codicia y su
violento dios”
Qué bueno Nono, muy bueno
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