(Por Senecio Loserman)
Tenemos poco tiempo,
solemos ser veloces...
Y no hemos aprendido nada:
ni de los animales ni de los dioses.
No sabemos de quién descender
ni qué necesitar. No aprendemos
del error ni del fracaso.
(No aprendemos aún a fracasar)
No hemos aprendido nada,
nos contentamos con aspirar a
comprender, tener obligaciones,
observar leyes y confiar en las
autoridades competentes:
Repetimos:
No hemos aprendido nada,
y somos consecuentes
Un escribano puede dar fe,
autenticar, certificar en forma
fehaciente:
Los pueblos sin fe son más felices,
no necesitan escribanos
(En la antigüedad no había
escribanos, no
existía tal vocación -había pocas
vocaciones:
sólo escribas, amanuenses, guerreros,
bachilleres, religiosos, y sectores acomodados
que cultivaban el ocio, la filosofía, ó abrazaban
la causa de las armas)
bachilleres, religiosos, y sectores acomodados
que cultivaban el ocio, la filosofía, ó abrazaban
la causa de las armas)
Los pueblos felices
no ahorran ni se aburren
Como los dioses, no necesitan
de seres superiores, no condenan
el ocio ni promueven su desprecio
El pecado es un buen negocio
Los pueblos que viven fuera de la fe
casi no pecan: pecan poco
y no necesitan obtener perdones ni
pagar para pecar
Quien es fiel a sus instintos
y deseos, no incurre en traiciones
ni conoce la culpa
Se debe distinguir -para poder pecar-
lo bueno de lo malo, lo verdadero de
lo falso, el hábito del vicio
No hemos aprendido nada
necesitamos recurrir a la dudosa
investidura de dudosas autoridades
(Hay investiduras y autoridades:
hay dudas, hay sospechas, y
autoridades de aplicación)
No hay comentarios:
Publicar un comentario