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viernes, 5 de noviembre de 2021

El discurso del sentido

 

(Epifanio Weber)

 

En todo discurso hay,
al menos un sentido manifiesto
o denotado y otro connotado.

Puede haber más de los necesarios
y puede haber más sentidos que
necesidades.

Hay cientos de sentidos, todos
incontables, aunque no infinitos.

Lo esencial, lo define este enunciado:  

El sentido es útil
o es dudoso.

(ante la duda, es receptor puede alejarse,
en un sentido, o vacilar hasta encontrar
su propia utilidad)

Puede resultar útil detectar y aislar
los distintos sentidos que conviven
en un texto, una frase, una palabra:

O no.
El sentido pasa, circula como el sonido
y como la metáfora.

Todo sentido tiene una vida útil
salvo el sentido de la vida,
que se desconoce.

II
El poema, puede producir su propio
sentido, a partir de otros. Puede invertir,
alterar, adulterar funciones, pero es
siempre parasitario:  vive del sentido
ajeno.

Sonido y sentido pueden concurrir,
circular en comunión en una dirección,
pero son independientes.

La búsqueda obsesiva de esta unión
artificial suele producir resultados
dudosos o indeseables  (El deseo, es
capaz de atribuir sentido a cualquier
cosa, aunque es el principal insumo
del poema)

III
El sentido no se mide, carece de volumen
y es ajeno a magnitudes, valores, decibeles.
En el discurso,  normal o patológico, hay
sentidos dados y velados:  algunos suelen
mantenerse ocultos para casi todos.

Pero la poesía es revelación, (aunque sus
principios no pueden ser revelados)

Velar es mi ejercicio,
escribía un poeta reconocido.

Quiero laurearme pero me encebollo,
explicaba la espuma del poeta
laureado antes de laurearse:

Entre sentidos dados y velados
están los atributos del azar,
que no reconoce fieles entre
jugadores, oficiantes, practicantes,
y aspirantes:    el poema
da sentido a todos, es dador, se ofrece
para que cada quien encuentre
el sentido que merece.

El poema es ajeno a los niveles
de comprensión de sus lectores
tanto como a los laureles.

No da respuestas
ni ofrece explicaciones:
apenas da sentido  
y no reconoce fieles
ni recibe donaciones.

Entre sentidos dados y velados,
destinos aceptados o resistidos.
Entre ejercicios anacrónicos, laureles,
el poema  -dador, revelador-
no se pronuncia ni se abstiene:  

es


 

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