(Cipriano W. Cifuentes)
Ante las brasas humeantes
de la última causa perdida
(un montículo discreto de
cenizas languidecientes)
el sobreviviente monta
un artefacto precario, con
piedras y desechos recogidos.
Ha diseñado una parrilla,
con los recursos disponibles,
y extiende un trozo de carne
no identificada.
Espera el punto de cocción
correcta para su paladar.
Por suerte quedó el fuego,
piensa con esperanza:
El hombre sólo necesita fuego.
Sólo el hombre necesita fuego
porque es el único que sabe
aprovecharlo.
El olor de la carne en combustión
mejora su ánimo y renueva esperanzas:
Por suerte quedó el fuego,
piensa con esperanza renovada
(La esperanza es lo último que se pierde)
Piensa:
El fuego y el hombre se necesitan entre sí,
ambos necesitan al otro para reproducirse.
Son lo único necesario.
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