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lunes, 13 de diciembre de 2021

Otro milagro malogrado

 

(Asensio Escalante)

 

La escritura es un acto de fe,
leía a un autor comprometido.
Compro: me dije y lo agendé
y salí a comprar un metro de fe.

La fe produce endorfinas, feromonas
y feligreses. Hasta donde sabemos,
los caminos de la fe son tan insondables
como infinitos.  

Damos fe: la fe produce mas de lo que
parece  (hay mucha producción imperceptible
o subrepticia)  y además, hace milagros.

Los misterios de la fe:  Sin misterio, no hay fe.
No es ningún misterio que la fe es una creación
y un recurso humano para dar respuesta a
aquello que la razón no podía explicar, cuando
la producción de conocimiento era incipiente
y nadie sensato podía pensar en la industria del
conocimiento, como ocurre hoy.

Hay cultos ocultos, cultos oficiales, suboficiales
y cultos subocultos: La libertad de cultos permite
que cada quien cultive y profese lo que desee.

Todos los cultos conviven en armonía, con o sin
milagro, y se atribuyen la exclusividad de la
verdad mientras se disputan los rebaños.

“Si los animales tuvieran religión, el humano
sería el diablo”

Pero no tienen, hasta donde sabemos: carecen de
fe -por eso no progresan- y no hay por qué preocuparse,
ellos aceptan su destino sin milagros, y conviven
en rebaños, manadas, cardúmenes, jaurías…
Felices en su ignorancia inorgánica.

Una antigua escuela poética japonesa, formulaba
como condición la presencia de algún animal en
el poema.

El presente, algo más ambicioso, los contiene a
todos y asume el compromiso de expandir su fe:
esta fe, este metro de fe sin conservantes.

Con un metro de fe, se puede hacer milagros,
me confesó la vendedora.

Nunca fui un hombre de fe, para ser sincero.
Pero en algo hay que creer...

Ahora, sólo creo en milagros.

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