(Horacio Ruminal)
Esta noche
desciendo de este nicho.
Ya escribí
sobre nichos, “El sueño
del nicho” y “El sueño
del nicho propio”…
No recuerdo el orden
cronológico ni el
necrológico, no recuerdo
cuantos nichos y poemas
con nichos pude armar:
Creo que encontré un nicho,
o lo edifiqué
entre los nichos del lenguaje.
Esta noche desciendo
de este nicho: Hay nichos
que resisten una noche
y son buenos, los hay que
resisten muchas noches y
son mejores, y hay nichos
descartables.
Esta noche no descarto nada.
Cada día, la noche descarta
algunos nichos. La ciudad
está henchida de nichos que
conviven. Cada nicho es un
mundo, una historia.
La ciudad es un gran nicho
que contiene cuerpos hacinados
en nichos y subnichos.
Hay nichos que se encienden
y se apagan, y hay nichos que
descienden.
Esta noche, desciendo de este
nicho: es lo que hay,
aunque hay mucho nicho
disponible, accesible y adaptable.
Hay nichos y nichos, hay guaridas
y refugios, latebras y escondrijos,
aguantaderos y tugurios, y hay
ergástulas más oscuras que la noche.
Pero hay nichos confortables, funcionales,
ergonómicos, nichos de alta gama
reprogramables y reciclables.
Y también, nichos que no son lo que prometen
-los nichos chinos no son para confiar-
Hay nichos descartables y nichos
para pasar una noche inolvidable
-para pasar una noche inolvidable, sólo
es preciso haber acumulado suficientes
noches olvidables-
Vengo desde el olvido,
dice la zamba que ahora suena
en este nicho, mientras la noche
sigue descendiendo.
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