(Epifanio Webber)
¿Tenemos las culpas que merecemos?
La culpa, es un sentimiento humano
tan complejo como útil,
hay que reconocer:
Reconocer las propias culpas nos eleva
por sobre aquellos que son incapaces
de asumir su condición culposa, algo
común a todos (a partir de la culpa
original o primordial, que no terminamos
de asumir)
Con la conquista de la conciencia, también
cobró cuerpo la culpa: Algo habremos hecho
para tener esta conciencia dudosa…
Pero la inteligencia superior, pudo desarrollar
mecanismos diversos y procesos altamente
sofisticados, para elaborar ese material dudoso
en un sentido productivo, aligerar el peso y
reducir la culpa a un volumen gestionable, sin
necesidad de asumir costos, extender plazos y
vencimientos o refinanciar intereses.
Una elaboración feliz, resuelve esa carga
negativa y nos libra del lastre del pasado:
el pasado no pesa, la memoria se recicla
y se puede abrir una nueva cuenta.
II
En el sistema de valores, la culpa puede ser
un valor transferible, y como tal circular
libremente: Nadie está libre de culpas, pero
con la asistencia de profesionales capacitados,
se puede tramitar en tiempo y forma, sin mayor
dificultad, y acceder a una integración sana
en el mercado de culpas (un sistema de premio
y castigo)
Es útil conocer a los culpables, saber quienes
son los autores materiales e intelectuales del
sistema de culpas del que participamos, con o
sin voluntad, como contribuyentes.
Gracias al conocimiento, podemos emitir juicios
de valor, intercambiar valores y transferir las
culpas.
Es útil conocer que nadie tiene la culpa de todo,
ni es del todo culpable hasta que se demuestre
lo contrario. Por el contrario, todos somos
portadores de alguna culpa, aunque hay quienes
pretenden ignorarlo.
(Hay que sospechar, sin ninguna culpa, de
quien afirma no sentir ninguna culpa:
estamos ante un portador asintomático)
III
La culpa es un sentimiento muy desarrollado,
aunque no exclusivo del animal humano.
Otras especies son capaces de conocerla
y hasta pueden reconocer sus culpas, sólo
que no las tramitan con palabras.
La naturaleza de la culpa es diversa, pero
todo parece indicar que su existencia
es anterior a la palabra culpa y algunas
otras.
Sólo porque no podemos pensar en la
culpa sin palabras, pensamos que es un
sentimiento propio de la especie hablante.
Del mismo modo, la propiedad del lenguaje
ha servido para apropiarnos de todo lo que
nos resulte útil, sin ninguna culpa significativa.
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