(Manuel Santos Lupanares)
En
el agua, viven tantos seres
como
en la tierra, o más.
No
se puede afirmar; tal vez
alguien
pueda, yo no:
Es
difícil afirmarse en el agua.
Se
sabe que la vida empezó en
el
agua, se hizo fuerte en un lugar
del
agua, como cabecera de playa,
y
fue tomando toda el agua,
para
expandirse y tomar la tierra,
el
aire y aledaños.
Fue
una conquista que llevó su tiempo
y
tuvo que atravesar contratiempos:
Muchas
especies desaparecieron,
o
se reconvirtieron desarrollando otras
armas
y recursos para adaptarse
a
las condiciones cambiantes.
Ha
corrido mucha agua,
y
desde aquellas formas elementales
de
organismos unicelulares surgidos
del
agua, devino una diversidad prodigiosa
de
cuerpos y metabolismos altamente
diferenciados
y organizados.
Hoy
disponemos de formas de vida
capaces
de adaptarse a condiciones
extremas,
habitando bajo los climas
más
adversos.
Eso
es producto de la división, un recurso
evolutivo
que los humanos incorporamos
y
estamos aprendiendo a aprovechar.
No
seríamos lo que somos sin la división
del
trabajo, la división política de nuestro
mapa
y la división en clases divisibles.
Sin
embargo, entre todo ese universo
viviente,
expresado en la biodiversidad,
casi
no existen organismos que puedan
vivir
sin agua., aunque vivan fuera de
ella.
Es
mucho lo que puede cultivarse en el agua:
En
las góndolas, tenemos a disposición para
el
consumo, distintos productos procedentes
de
cultivos hidropónicos.
Éstos
tienen la ventaja de que casi no hay
que
lavarlos, aunque conviene hacerlo para
mayor
seguridad:
No podemos confiar en otras aguas.
Es
probable que en el futuro, todos nuestros
alimentos
procedan del agua, es más práctico
e
higiénico.
Pero todavía no logramos cultivar agua,
aunque ya contamos con leche cultivada.