(Olegario Saldívar)
Los adelantos tecnológicos,
ofrecen imágenes del fondo marino.
Se observan especies desconocidas
hasta ahora, como ese pez abisal
que circula tranquilamente en las
profundidades insondables.
No está solo: carga sobre su lomo
unas formas extrañas, sin las cuales
no sería un pez muy distinto a otros.
No son parte suya, sino unos pequeños
moluscos que viven de él. Su diseño
les permite clavarse allí, destruyendo
una parte del tejido de su hospedador.
Se observan unas colas largas como tubos
que acompañan, ondulando, el movimiento
del pez. Resultan vistosas, acaso bellas.
Son sacos llenos de huevos, que más
tarde se prenderán a ese pez, o a otro,
asegurando el futuro de la familia.
Hay que familiarizarse con los parásitos,
así como lo hicimos con la tecnología.
La actividad parasitaria es intensa, y nos
resulta una buena fuente de conocimiento.
Sabemos que esa forma de vida es mayoritaria,
representa el 70% de la vida del planeta, y su
participación crece.
Podemos aventurar que el futuro será parasitario.
Y también, que ésto significará una competencia
descarnada.
Sólo sobrevivirán los más fuertes y capaces:
Estamos preparados, confiamos en nuestras
armas nobles para conquistar el futuro.
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