(Senecio Loserman)
La condición humana no sería explicable
sin la presencia de la fe: un sentimiento
propio y exclusivo de la especie.
A través de la Historia, la fe supo adoptar
diversas formas. No sólo las encarnadas
en personajes mitológicos o imágenes de
adoración de las distintas creencias que
estudia la Teología.
Más allá de dar cuenta de la necesidad
de explicar lo que el conocimiento y la
razón no pueden, hay algo que trasciende
el sentido místico del orden sobrenatural:
La necesidad de creer, para producir
futuro. Nadie haría nada, sin la certeza
que provee el futuro: Toda acción humana
es tributaria de algún futuro; todo cuanto
se produce, está destinado a un futuro
consumo.
Al consumir, estamos produciendo futuro.
El futuro existe, sólo que no es posible
controlarlo porque no lo conocemos:
Pero la producción de conocimiento, no
tendría sentido, ni lugar si no existiera
ese tiempo, el futuro:
¿Cómo no creer en algo que pasa ante
nuestros ojos todo el tiempo?
El sentido fiduciario, es la fuente esencial
donde abrevan todos los sentidos que
frecuentamos o conocemos:
Sentido o sentimiento, es vital para habitar
el presente y producir e incorporar otros
sentidos.
La vida, continúa siendo un misterio para
nosotros, los mortales: como la fe.
Pero no tendría ningún sentido
sin la idea, creencia, sensación
o sentimiento de que un futuro
nos espera, antes de la muerte.
Todo lo conseguido por la humanidad
a lo largo de su historia, tanto lo bueno
como lo malo, es tributario de la fe.
Sin ella, no podríamos calzarnos una media,
ni media.
La condición humana no sería explicable,
hasta aquí, sin la presencia de la fe.
(Con ella tampoco: Tangamos fe)
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