(Epifanio Weber)
Un buen revés puede hacer la diferencia.
Un nuevo golpe, con otras pretensiones:
Hace 50 años, a nadie se le ocurría que se
pudiera usar la otra mano para sumar
fuerza y agregar valor al revés.
Hubiera sido un despropósito para la estética
del juego, y si alguien lo hubiera intentado,
seguro habría sido descalificado, o al menos
vilipendiado por el público.
El revés siempre había sido un golpe defensivo,
nunca un arma; para atacar estaban el drive, el
saque (ya antes de ser servicio) y la volea.
La evolución de los golpes, junto al desarrollo
de la técnica para obtener distintas tensiones en
las cuerdas, proveía recursos útiles como el
efecto inverso, que parecía la mejor opción para
el revés.
Los mejores ejecutantes conseguían un tiro donde
la pelota casi no levantaba del suelo, dificultando
el ataque enemigo, lo que también podía ser un
arma. Aunque el verdadero ataque, el golpe ofensivo
por antonomasia y que acababa definiendo, era el
drive (o la derecha, como dicen ahora, aunque el
jugador sea zurdo)
Un zurdo, sabía que tenía que trabajar su revés,
dado que el golpe natural del drive de la mayoría
diestra, es cruzado hacia su revés.
El lo hizo, no importa quién tuvo la idea ni quien
fue el profesor que se la transmitió: Él la llevó a
la práctica, con las dificultades que implicaba el
cambio de empuñadura y la participación de otros
músculos, antes no involucrados.
Pero tanto el golpe, como el movimiento que lo
producía, seguían siendo naturales, armónicos
y sin merma estética.
El nuevo golpe cambió el mundo del tenis
como más tarde lo haría el revés a dos manos,
hoy adoptado casi con unanimidad como algo
natural, aunque no lo es.
II
En verdad, hoy no es fácil establecer a ciencia
cierta qué es lo natural: Disponemos de más dudas
que certezas. Tampoco importa mucho, hemos
desarrollado la capacidad de naturalizar cualquier
cosa con bastante éxito.
Hablar a ciencia cierta, es sólo una buena metáfora,
pero las hay mejores.
Los golpes podrán seguir evolucionando,
aunque es difícil que cambien el mundo.
Habrá nuevos reveses, tal vez, pero siempre
habrá algún nostálgico anacrónico dispuesto
a reivindicar la superioridad estética del golpe
natural.
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