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sábado, 3 de diciembre de 2022

Tarde

 

(Senecio Loserman)

 

Tarde para elongar,

para contraer la levedad de un signo

que rezonga por el aire.


Tarde para salir airoso de sí mismo

mientras el aire elonga.


Tarde para no aspirar

o emitir aire con el peso vencido

de otras tardes que cayeron:


La tarde cae (no sabemos mucho más)

No se desploma, sólo cae, tenue y

minuciosa como la gravedad que nos

mantiene adheridos al cuerpo del

planeta.


Tarde para levantar sospechas

e incorporarlas al cuerpo de esta causa.

Tarde para estirar lo que queda

del cuerpo de la tarde.


Cualquiera puede ser sospechoso,

tarde o temprano habrá motivos.


Ahora puede que sea tarde

para llegar acá y extender un salvoconducto

que sirva como recibo suficiente de todo lo

que no arde esta tarde.


II

Tardes que se alargan hacia el verano.

Tardes que miran al poniente

mientras pasan los significantes

como cualquier viandante, transeúnte,

practicante o aspirante.


Las aspiraciones pasan de un estado

a otro mientras la tarde elonga.


La tarde late, se dilata en las pupilas

del sospechoso que porta un corazón

autónomo y portátil como éste,

incorporado a la declinación menguante

de la tarde.


La tarde no late: no necesita un corazón

que la delate, pero sus latidos siguen un

ritmo acompasado que podría reproducirse

aquí y ahora, pero es tarde.


Nunca es tarde para repetir:

Las tardes se repiten como secuencias

armónicas. Arma tu armonía, observa

tu armadura de clave y ama tu ritmo,

aunque no sea el que hubieras deseado

y no guarde proporción con nada de

este mundo.


III

Tarde para elongar el cuerpo

del poema ya excedido en tiempo y forma.


Tarde para relajarte y contraer

todos los vicios que circulan

a la redonda en una palabra que no llega,

o llega demasiado tarde.


Cae la tarde,

en cuatro sílabas hay más poesía

que en el cúmulo de cuerpos que

la gravedad sostiene en su caída.


La gravedad no cuenta, sólo cae

como un poema descendente.


La tarde cae, indiferente a los trabajos

de los vivos y los muertos, y a las

obsesiones contraídas por sus almas

únicas y cóncavas.


Algunos cavan, al caer la tarde

para enterrar las penas obtenidas

en el día:


Cada cual es libre de labrar su nicho

y buscar sentido en distinta profundidad.

No hace falta ir muy lejos para no llegar.


IV

Tarde para elongar,

y compartir la soledad del hongo

-el hongo no elonga-

guardado en la memoria.


Tarde para elongar, entre renglones

que descienden hacia un dios

tan sospechoso como vos.


La muerte elonga, mientras la tarde

late: No la desaires ni la desafíes.


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