(Epilobio Asking)
Aquí donde me encuentro
yace el futuro de este momento.
Entre la abcisa y la ordenada
hay un volumen que prospera:
No es nada, solo una bocanada
sin vocación que olvida la boca
que la engendró y subyace
aquí donde me encuentro.
¿Dónde me encuentro?
Hay un punto, donde empieza el ángulo
a ser ángulo como un alma o un suspiro.
Un ángulo cualesquiera dado
está lleno de puntos:
Los puntos son infinitos
y hay tantos puntos suspensivos como
puntos de encuentro:
Es difícil encontrarlos sin perderse.
Los signos de puntuación son más
confiables, porque no son infinitos.
Todo lo infinito nos es ajeno:
Por suerte hay pocas cosas infinitas;
el resto nos pertenece.
La incompletud no amilana al animal
anómalo con su alma bien plantada.
Si yo encontrara el punto de fracción,
las láminas que animan la superpuesta
combustión del tiempo en secreciones
íntimas, no encontraría obstáculos
para extender mi lengua de mamífero
peinable y emitir algún pseudópodo
cuya huella brille y permanezca más
allá de este exoesqueleto natural:
Mi casa transitoria, aquí donde
me encuentro o en las proximidades.
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