(Aparicio Custom)
Imaginar la alegría ajena
y regocijarse con ella
es el mayor privilegio
de los animales superiores.
(A esos animales no los conocemos,
aunque serían fáciles de reconocer;
sospechamos)
El enunciado se le atribuye a Nietzsche.
Fuentes reservadas afirman
que algunas de sus frases fueron
dictadas por un virus, como tanto
discurso patológico.
No se sabe hasta qué punto
es verdadera su demencia postrera,
pero sabemos que los discursos
patológicos circulan como virus.
Y que el mismo lenguaje es uno,
como descubriera Burroughs.
Aunque no define a animales superiores,
esa es una de las definiciones que aún
nos faltan.
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