(Amílcar Ámbanos)
Hacinémonos, Absinia.
En el ábside de un ala, en una abcisa
deslicémonos como haciendas
extraviadas, asilémonos ahí
donde se hacinan las estrellas más ausentes.
Abstraigámonos de todo,
abstengámonos del tiempo histórico
bien aislados hacia los lados,
hacinados como usinas estratégicas
fuera de uso.
El mundo languidece, Absinia, todo
declina irremisiblemente.
Declinemos nuestro último deseo
hacinados en la música profana
de los cuerpos.
Cantemos a los cuerpos cavernosos
como osos melindrosos, amándose
a mansalva y sin motivo.
Dichosos en su nicho, hacinados
en su eterno aislamiento preventivo.
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