(Amílcar Ámbanos)
Ritmos espurios circulan
con fruición y una frecuencia
mayor a lo deseable.
Muchos pasan inadvertidos, sin
ser detectados por los contribuyentes,
la opinión pública, ni el campo popular.
Un ritmo no necesita mucho para
circular, incorporarse al volumen
circulante de materia apócrifa, medrar
y cobrar popularidad.
Estos eventos, actúan como elementos
disolventes del espíritu, los cuerpos,
y el espíritu de cuerpo.
Conspiran contra la pureza de las formas
objetivas. Las prevenciones suelen ser
inútiles:
Cuando se los percibe, ya es tarde.
El daño ya está hecho.
Algunos lo celebran.
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