(Armando Labarrera)
Ésto me hace ruido, dijo el pez
bola a su novia, más embolada
que almeja sola y sin pareja.
¿Qué ruido, amor? Acá abajo
estamos tapados de ruidos ajenos;
los seres abisales soportamos los
ruidos del mundo de arriba (para
nosotros todo es arriba)
Por suerte, este colchón de agua
los reduce a niveles tolerables:
Al menos podemos hablar, comer,
amar… ¿Qué otra cosa es la vida?
-No sé, es bueno saber que abajo
nuestro no hay nadie ni nada, pero
vivimos rodeados de presiones,
mal que nos pese.
-Es una carga que llevamos desde
el fondo de los tiempos. Pero estamos
bien adaptados, sólo una naturaleza
superior puede soportar semejante
volumen de presión de agua.
Nosotros sostenemos la vida en este
mundo, aunque nadie lo reconozca y
casi nadie nos conozca.
-Nos descalifican porque somos ciegos.
Hay que ser muy necio para desconocer
que en estas profundidades nunca llegó
la luz natural y la obscuridad es absoluta.
¿Qué podríamos ver si tuviéramos ojos?
-No entienden nada de la adaptación,
nunca sabrán lo que es tocar fondo.
Son criaturas ignorantes…
-La necedad es la peor de las cegueras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario