(Periferio Gómara)
Pongo la pava,
como todo el mundo.
Para empezar, lo primero
es poner la pava, y empezar
a esperar.
Para empezar a esperar
primero hay que poner la pava
como todo el mundo.
Salvando las distancias
geográficas, la diferencia
horaria y el destino con que
se calienta, la pava, o
su equivalente está presente
en toda la geografía humana.
Sea para té, mate, café,
o alguna tisana más exótica:
Hay tantas infusiones
como ilusiones para entibiar
la vida.
Los orientales la llaman caldera,
y hay muchas otras formas de
nombrar la pava.
Ni siquiera tiene que ser una pava
propiamente dicha, basta con que
cumpla su función.
La dicha está en poder ponerla
y esperar. Empezar a esperar
como todo el mundo, aquí y en
las antípodas.
A sabiendas que un día
será la última pava que pongamos.
Es probable que otros sigan
disfrutando de ella, aunque nosotros
no podamos ya calentar nada:
Una buena pava puede sobrevivir
a cualquier tenedor: Por caso, ésta
es heredada y su estado es mejor
que el mío.
Una pava confiable es una buena
inversión: el costo se amortiza
con el tiempo. Hay quien prefiere
las baratas, para ahorrar, y luego
anda cambiando de pava como de
amante.
Yo tengo el hábito de usar siempre
la misma y no la cambiaría por otra:
ya nos conocemos las mañas.
Todas las mañanas pongo la pava:
Ella me está esperando.
Ya la puse, ahora espero
como todo el mundo.
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