(Rogelio Rogel)
Las medidas de fuerza
no parecen tener mucho futuro.
La realidad demuestra que su
poder ha mermado y las movilizaciones
populares no consiguen doblar el brazo
de las autoridades, ni persuadirlas para
moderar su ataque a todos los sectores
de las fuerzas vivas y subalternas.
El modelo exclusivo y excluyente
impuesto por las autoridades elegidas
por la mayoría, no hace diferencias:
Castiga tanto a trabajadores como a
jubilados, a estudiantes, docentes y
no docentes, a los médicos como a los
enfermeros, a los profesionales más
calificados como a los otros y a los
que no tienen profesión, ni oficio
verificable.
Huelgas, paros, marchas y manifestaciones
callejeras, no producen los resultados
esperados y la voluntad de quienes salen
a reclamar también va menguando.
La fuerza del número fracasó como medida,
es cosa del pasado: Nadie quiere volver al
pasado y la voluntad de las mayorías no lo
importa a nadie:
Para ésto nos eligieron, justifican las
autoridades legítimas, cada vez más
seguras de su legitimidad.
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