(Onésimo Evans)
La vaca es un significante
contundente
entre las formas inmanentes
del paisaje material.
Sus virtudes saltan a la vista
dentro del volumen
de significantes que circulan.
La vaca es de tránsito lento,
rumiar le lleva bastante tiempo
pero no lo lamenta.
Sabe sonreír la vaca
aunque se guarde de hacerlo
con nosotros:
Tendrá sus motivos, a diferencia
de otros mamíferos, capaces de
dibujar sonrisas de ocasión
sin mayor motivo.
Como significante, la vaca puede
ocupar cualquier lugar vacante del
discurso y rescatar al poema vacilante.
Acá hay una: ésta vaca te sonríe
aunque no puedas percibirlo
por la molestia de una piedra
en el zapato, de cuero de vaca.
Una piedra es un buen significante,
también, más allá de su tamaño
-algunas son más grandes que una
vaca muerta o viva-
La piedra se puede extraer, con un
poco de paciencia: somos expertos
en el uso de ese verbo. La vaca no
tiene la culpa.
Para ella, no somos ni un significante:
No significamos mucho más que un
peligro mortal.
Aunque no tiene conciencia del valor
de la vida, ni de lo que significan
nuestros valores superiores:
Nuestra naturaleza extractiva les es
tan ajena, como a nosotros su sonrisa.
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