(Amílcar Ámbanos)
Puse la mesa
debajo de la cama.
Tendí la cama
bajo el paraíso
y escribí tu nombre
en los cimientos carcomidos
por los hongos o quién sabe.
Nadie sabe tu nombre
ni el suyo ni el mío:
del nuestro se sabe poco
y tampoco es verdadero.
Carcomer es algo natural
entre los seres vivos:
Por acción u omisión
todo se carcome
o es carcomido por el tiempo.
II
Por suerte, el tiempo nos acompaña,
levemente.
Desde la mesa, elevé una oración
idéntica a los dioses más propicios
y a las entidades más dudosas
que propician el goce de labios
y prepucios, entre los lindes y
sus rastros incunables.
La luz declina
pero la mesa está servida
mirando al poniente
dispuesta a casi todo.
(Observación: Una parte de la lucidez
disponible puede obtenerse en lugares
obscuros)
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