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miércoles, 24 de agosto de 2022

Levantando paredes

 

(Orlando Doorland)

 

Las paredes oyen y callan,

en ese orden,

y desoyen una parte del sonido

sin desmentir la otra:


No separan el sentido del sonido,

ni el sentido denotado

del connotado, asociado o

sospechado.


No sospechamos de las paredes;

separan sin preguntar. No preguntan

cuantos pares son dos medios, o dos

medias.


Las medianeras son más ecuánimes

en cuanto a contener, significar

y emitir promedios justos.


No prometen más de lo que son:

A mi izquierda está la pared,

a la derecha también. Me siento

contenido: me siento y me levanto

sin que se alteren.


Son parciales, a cada quien su parte.

Compartir la medianera no nos hace

pares, pero resuelve una parte del

conflicto ontológico del ser que

habita el lenguaje de sus paredes,

limitando las aspiraciones expansivas

naturales de cualquier vecino, justas

o injustas.



II

Los límites son algo natural para la

convivencia sana entre paredes pares,

y necesarios para la producción de

intimidad.


Sin paredes, reinaría el caos, la

promiscuidad, la concupiscencia,

el ludibrio y la eutrapelia, e incluso

cosas peores.


El viento se llevaría todas las palabras

y los rumores de alcoba, amigos o

enemigos.


La pared repara, separa, ampara y

cobija el sentido íntimo de propiedad:

Es un límite y una condición esencial

para el desarrollo. Detrás de las paredes

el usuario puede abstraerse del mundo

exterior, siempre hostil y peligroso, y

cultivar las más altas aspiraciones de

su espíritu, intelecto, o lo que le fuera

dado cultivar: No es poco lo que el

hombre puede desarrollar en cautiverio.

 

 

III

En los albores, nuestros ancestros no

necesitaban levantar paredes: las cavernas

podían ser amplias y profundas, pero el

problema de la reproducción descontrolada

hizo que las cavernas disponibles

no alcanzaran.


No había forma de acceder a una distribución

justa, no todos podían acceder a una caverna

propia o compartida. Y no había mucho tiempo

para pensar en la justicia; había otras prioridades

como la lucha por la vida, la subsistencia y la

lucha con otras fieras.


Sin duda, la pared es una institución clave

en el desarrollo de la civilización. No sólo

hizo posible el progreso de las distintas

disciplinas del conocimiento en los claustros,

sino que acompañó la evolución de nuestra

conciencia humana para producir filosofía,

principios éticos y avanzar en la producción

de una Justicia propia, para poder gozar de

derechos humanos reconocidos como naturales,

universales e inalienables como el derecho de

piso.


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