(Horacio Ruminal)
El poema, no es ajeno
a la selección natural:
Los más aptos sobreviven,
pueden volver a ser leídos
después de años, siglos, sin
perder vigencia ni consistencia.
¿En qué consiste un poema?
Una cantidad de palabras, signos
distribuídos en forma arbitraria
y orgánica, en un espacio acotado.
Algo similar ocurre con los hechos
y circunstancias que componen la
vida de cualquier individuo, sujeto
u organismo vivo.
La evolución selecciona lo más útil
para sí, lo que convenga a sus fines,
que acaso no coincidan del todo
con los del poema, ni con quien lo
emite.
La evolución no entiende sino
lo necesario, no tiene por qué entender
la necesidad de hacer o emitir objetos
impropios de sus fines.
La justicia es cuestión de tiempo:
Él determinará, por decantación,
el derecho a la subsistencia de toda
obra humana.
La condición efímera no es ajena al
poema, ni a ningún otro organismo
vivo.
El poema puede permanecer ajeno,
continuar su juego y confiar
en la selección sobrenatural o en la
inteligencia artificial, que sabrá
reducir los márgenes de error no
forzado y producir mejores poemas
para que sigamos evolucionando
como es debido.
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