(Esther Miño)
A ser jamón me resisto, díjole
el chancho a la monja.
-Lo siento, es tu destino, hermano.
Debes aceptarlo con humildad y
contrición.
¿Por qué, acaso yo elegí ser chancho?
¿Debemos aceptar cualquier cosa?
¿Es justo este destino?
-Nuestro destino es parte del plan
divino, que es perfecto.
Fuiste creado para ser jamón, yo
para monja: No es muy distinto.
La Resignación nos eleva y nos
acerca al Reino del Señor, debemos
agradecer y disfrutar este momento
efímero que llamamos vida: La
carne es tan débil como perecedera.
-Por eso mismo, deberían dejar de
comer carne ajena y respetarnos:
Somos parte de la biodiversidad y no
hacemos mal a nadie ¿Y la empatía?
-La empatía, como la resiliencia, ayudan
a celebrar la vida y aceptar nuestro
destino: Como jamón, tendrás la dicha
de proveer proteínas y energía a seres
superiores, que celebrarán la vida en
comunión contigo, agradeciendo al
Supremo su generosidad infinita.
-Una suprema es más sana, tiene menos
colesterol. Están los frutos del mar…
-Bueno, son opciones. El nos permite
elegir algunas cosas.
-Pero el destino no…
-No, todos estamos destinados
a servir para algo, hay que servir
con empatía.
Espero haberte brindado algún consuelo
con mi mensaje de amor.
-Sí, gracias. En retribución te ofrendo
un verso del mester de clerecía,
autora anónima, que reza:
"A ser monja me resisto.
¡Quiero verga, Jesucristo!"
(Yo también te amo, dijo el chancho
y se fue volando)
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