(Dudamel Rambler)
Te ví,
no sé si eras un vicio o
un recurso:
vacilé en defensa propia
y repetí la operación
con éxito.
Recapacité: la ambigüedad
es una fuente de recursos
para la vacilación creativa,
tanto como para la creación
vacilante.
Pensé en moverme y temblé
¿fue voluntad la mía?
Estaba capacitado, pero sin duda
era mejor descartar el movimiento
involuntario y repetitivo: ante la
duda, cualquier movimiento
resulta sospechoso.
No estaba solo: mi ángel de la guarda
seguía mis movimientos con una
voluntad digna de mejor causa.
Pensé: un ángel es ambiguo,
no tiene sexo e incluso no se vé,
sin la presencia de la fe.
Y sin embargo se mueve…
II
Te ví, no olvidaré.
Te llevé para mi pieza
-parcialmente inexpresiva-
pasé por el zaguán, me zantigüé
y recordé las palabras del maestro:
Adopta a tu presa
y suma su alma a la causa
de la fé.
-No compres, adoptá:
hay presas de sobra-
(Si todos sumáramos nuestras presas
adoptivas, podría ser un buen presagio
para el futuro de la empresa feligresa:
Juntos podemos ser imparables, inseparables,
parables, separables, etcétera.
Una empresa que hable nuestro mismo idioma
y el de nuestras presas, adoptables y adaptables:
La lengua de la fe: Sin fe, nadie emprende ni
obtiene su presa ni la del prójimo, que también
es presa ante todo; todos somos prójimos)
III
Te ví,
no sé si eras un bagre o un surubí;
un ángel no, tal vez un sábalo:
no sé, pero nadabas.
Yo no nadaba en nada ni buscaba,
podía haber concretado la duda
pero vacilé con fe,
con esta fe que fluye soberana
y sobrenada los obstáculos autóctonos.
Verte nadar me anonadó,
tus movimientos lábiles, núbiles,
nómadas e inútiles para el cultivo
de la fe.
Pensé: Juntos podemos ser imparables,
inseparables e inalcanzables para otras
unidades.
Es más: Juntos o separados
todos somos separables
y superables.
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