(Amílcar Ámbanos)
El monólogo, aún incompleto,
estaba viciado de autoridad;
la emanaba por los cuatro costados
y por la cuadratura del círculo.
Sentí que se me iba de las manos,
había que tomar alguna medida
pero no me sentía autorizado:
Un autor que se precie debe conocer
sus límites.
Me arrinconé sin querer, arracimado
en una mata de rencores añejos, de
dudosa procedencia, detrás del
banderín del corner.
Me abracé a su causa,
como un ángulo agudo a su bisectriz
violada con sentimiento (suele
ser determinante en estos casos)
“Todo deseo puede desarrollar sentido,
como todo hábito evolucionar en vicio”
Recordé las palabras del filósofo
fuera de servicio.
Un estandarte es puro sentimiento,
a falta de banderas, bien vale un banderín
aunque nadie comparta el sentimiento
(hay sentimientos que no se comparten)
La condición diminutiva, no desmerece
el sentido ni el valor del cultivo emotivo:
También infinito, término pretencioso
si los hay, puede leerse como diminutivo.
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