(Teodoro Losper)
Se puede escribir poemas por encargo,
por correspondencia, por un impulso
ciego, por descarte, por necesidad
(siempre es necesario descartar algo)
o por casualidad.
No importa mucho el motivo, la causa,
los fundamentos teóricos ni las causales
que concurrieron a la comisión del mismo.
Puede no haber nada de eso, y esa ausencia
ser, incluso, preferible. Los argumentos
poéticos son siempre sospechosos, nadie
sensato confía en un poema: es muy sabido
que un poema obscuro puede haber sido
perpetrado bajo el sol, y viceversa.
No hay ningún motivo para creerle
al poema. Así, tanto mejor cuando
carezca de motivo (aunque son pocos
los que lo reconocen)
Una vez completado y consumado,
el poema está listo parta ser abandonado.
No tendría que dar cuenta de por qué
es lo que es, y no otra cosa, ni de su
incapacidad de superarse que, como
era natural, precipitó su abandono.
Más allá de cómo haya dispuesto
del espacio y el tiempo ocupados,
si algo no puede hacer el poema,
es justificarse.
Este poema no tiene ningún motivo,
y no se justifica.
Sólo se reconoce a sí mismo, hasta
cierto punto: no es para creerle, es
un poema.
Y como si fuera poco, ahora
te abandona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario