(Orlando Doorland)
Un mar sin márgenes
avistado por un marciano errante,
indocumentado y posiblemente
apócrifo.
Un océano sin fin
afirmándose en su propia negación
para atraer todas las corrientes
hacia el centro del sufijo.
Una hache que se acuesta con
la noche como hachero con su
hacha, conformando un cuerpo
que duerme el sueño de los justos.
II
Escribo sobre lo tachado en unidad
conformando un cuerpo
achatado hacia los polos, sin saber
cuanto queda por tachar para acceder
a la unidad.
Sintaxis del agua:
Se escribe como se nada; se puede
aprender a nadar por correspondencia
pero a escribir se aprende nadando,
o no se aprende (aunque es dable
flotar y no nadar)
III
Nunca aprendí a flotar, no creía en
los verbos regulares y era incapaz
de creer más de lo aceptable (no creas
en quienes dicen no creer en nada, es
posible que ni sepan lo que creen)
No era mucha mi fe
en relación a los cuerpos y el agua:
Ser en el agua es distinto que ser en
el tiempo, en la tierra, los espacios
intersticiales y las zonas de confort.
No creía, más no me anonadaba ante
nada. Pensé en flotar y fracasé, volví
a intentar y abandoné: buscar el equilibrio
por medio de un cuerpo, cansa, agota.
Cuando dejé de pensar en flotar
vi que flotaba.
Aprendí: No hay que pensar para
salir a flote, y me dejé llevar por
las corrientes de opinión
con una profunda convicción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario