(Aquino Lamas)
El cadáver seguía dudando
ante la pregunta requerida por los víveres
nativos bajo una luz parcialmente
mortecina.
El cadáver avanzaba hacia dios
-que es pura luz y todo lo ilumina-
avanzaba con decisión, pero
seguía dudando.
¿Serviría como víver, después de su paso
a mejor vida? ¿Sería capaz de liderar el
segmento?
Un cadáver no tiene mucho que perder,
observó el cadáver desde ese cuerpo
en avanzado estado y sin otras propiedades
que ofrecer.
Pero seguía dudando
¿Ahora era cuando?
Los víveres seguían naciendo
y gozando su condición provisional
-la reproducción de cadáveres nativos
es un recurso renovable-
La luz parecía querer extinguirse
pero aún vacilaba, aunque en forma parcial
-nadie quiere extinguirse sin un motivo
que lo justifique-
Sin duda, dios sabía lo que hacía, pensó
el cadáver, y nos dejaba hacer a sabiendas
de que estaba todo bajo control: El control
divino es perfecto y a la larga, prevalecen
los mejores ejecutantes.
Casi en penumbras, se dejó llevar por un
impulso desconocido sólo atribuible a una
fuerza superior.
Se fue desdibujando en la penumbra
ya avanzada: Sin duda, la paciencia
de dios no es infinita.
Pero la duda seguía ahí, abierta
ante los víveres nativos
esperando la ocasión.
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